5 consejos valiosos para no dañar a la familia con lo que decimos

Quizá me dirá que se enoja y por ese motivo, se expresa ofensivamente. Tremendo equívoco. No se pueden, ni deben justificar los errores.

Quizá me dirá que se enoja y por ese motivo, se expresa ofensivamente. Tremendo equívoco. No se pueden, ni deben justificar los errores.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial 


Con frecuencia y presos de la rabia, expresamos palabras que terminan por ofender a nuestro cónyuge e hijos. Esto, por supuesto, resiente las relaciones. En el largo plazo, destruye la interacción familiar.

En la Palabra aprendemos:

“La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.” (Proverbios 18: 21 | RV 60)

Es esencial que midamos el alcance de lo que pensamos y decimos. Así, antes que resentir las relaciones familiares, las afianzaríamos.

En esencia y como enseñan las Escritura, es preferible en muchas circunstancias, guardar silencio (Proverbios 17: 27, 28; 21: 23, 24)

Le animamos a considerar cómo se expresa usted con la familia. Si descubre que obra equivocadamente, decídase a cambiar. Las modificaciones que anhela, se logran no en sus fuerzas, sino por el poder y la gracia de Dios.

¿DE QUÉ DEBEMOS CUIDARNOS?

En esencia, debemos ser cuidadosos con cuanto decimos a nuestro cónyuge e hijos. He aquí 5 consejos:

1.- Bendecirles con nuestras palabras | Proverbios 15: 1.

2.– Utilizar las palabras para consolar | Proverbios 12: 25.

3.- Transmitir sabiduría a través de cuanto decimos | Proverbios 31: 26.

4.– Alabar a Dios y enseñar a nuestra familia para que lo alaben con lo que hablan | Salmo 42: 5.

5.- Alentar a los miembros de nuestra familia con las palabras.

Sin duda, cuando entendemos que lo que decimos al cónyuge e hijos, edifica o destruye, seremos mucho más cuidadosos al expresarnos.

EL DIOS QUE TRANSFORMA

Quizá me dirá que se enoja y por ese motivo, se expresa ofensivamente. Tremendo equívoco. No se pueden, ni deben justificar los errores. Somos responsables por lo que decimos y hacemos.

No luche en sus fuerzas. Recuerde que, quien transforma el corazón del género humano, es Dios mismo (Malaquías 4: 6). Dios hará que el corazón de los hijos se vuelva hacia los progenitores. Jesucristo le acompañará en todo el proceso.

UNA DECISIÓN TRANSFORMADORA

A propósito de Jesucristo: ¿Ya lo recibió en su corazón como Señor y Salvador? Tenga presente que, por la gracia de Dios, Jesús murió en la cruz por nuestros pecados, trajo perdón y una nueva oportunidad a nuestras vidas y nos asegura la vida eterna. Pero usted debe apropiarse de la gracia por fe.


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