5 pasos inevitables antes de pensar en el divorcio

La clave de todo es que, en nuestra condición de padres y esposos, brindemos ejemplo y lideremos apropiadamente a la familia.

La clave de todo es que, en nuestra condición de padres y esposos, brindemos ejemplo y lideremos apropiadamente a la familia. Si hay crisis en el matrimonio, por la gracia de Dios podemos superarlas.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial


¿Qué debo hacer para ser un buen esposo? Una pregunta que escucho al término de muchas conferencias. Quienes formulan el interrogante, son sinceros, sin duda. Enfrentan tropiezos en su vida conyugal y en la relación con los hijos, situación que les frustra. Desean una solución para encontrar una vida armoniosa al interior del hogar.

Probablemente sea su caso. Si es así, me alegra su honestidad. Que tenga el valor de admitir que las cosas no van bien o que, quizá, necesitan mejorar.

EL AMOR ES UNA DECISIÓN

El amor es una decisión personal, no solamente un sentimiento. En esa dirección y aun cuando usted atraviese momentos difíciles, antes que pensar en la posibilidad del divorcio, debería tener claro que amar es una opción por la que nos inclinamos, y en la que permanecemos firmes.

El pastor bautista, autor y productor cinematográfico, Alex Kendick, escribe:

“El amor requiere consideración de ambas partes. El tipo de consideración de construye puentes mediante la combinación edificante de paciencia, amabilidad y desinterés. El amor nos enseña cómo llegar a un mutuo entendimiento, a un acuerdo, a respetar y apreciar la manera exclusiva de nuestro cónyuge.”

Por supuesto, hay momentos en los que quisiéramos salir corriendo, huir, no volver a casa. Echar todo por la borda. No obstante, ese no es el plan eterno de Dios. En las Escrituras leemos que el plan divino gira alrededor de la permanencia y la perseverancia.

Por su parte el autor y consejero de familia, Jim George, escribe en el libro “Un hombre conforme el corazón de Dios”:

“Resulta irónico que tendemos a olvidar los compromisos que asumimos el día de la boda. Lo que prometimos en esa ceremonia, nos afectará para toda la vida. Ese día prometimos amar a nuestras esposas en salud, enfermedad, riqueza o pobreza, n abundancia o en necesidad, hasta que la muerte nos separe. Esas promesas las hicimos ante una congregación y delante del ministro, pero más importante aún, delante de Dios.”

Así las cosas, cada vez que nos asalte la tentación de separarnos, deberíamos recordar cuál fue nuestro compromiso nupcial.

5 CONSEJOS SENCILLOS Y PRÁCTICOS

Desconocemos cuál sea su situación. No obstante, antes de seguir con el propósito de renunciar al matrimonio, le animamos a hacer un alto en el camino y volver la mirada a Dios. Sólo Él tiene una respuesta a las crisis que se viven al interior del hogar.

En esa dirección hay cinco consejos que debería considerar:

1.- Pedirle a Dios que le ayude a identificar en qué está fallando (Salmo 139: 13-24)

2.- Sea cuidadoso con lo que anida en su corazón, que puede llevarle a alimentar rencores (Proverbios 4: 23)

3.- Busque orientación de Dios leyendo las Escrituras. Hablan profusamente sobre la vida familia y las relaciones interpersonales (Salmo 119: 112; Proverbios 23: 19)

4.- Busque la dirección de Dios para su hogar (Colosenses 3: 1)

5.- Aprenda a perdonar al cónyuge y a los hijos (1 Corintios 13: 7, 8)

Repase estos pasos, sencillos, prácticos y eficaces, que le permitirán evaluar su vida matrimonial e imprimir cambios con ayuda del Señor, quien instituyo la familia.

Tenga en cuente cada día la recomendación del apóstol Pablo:

«No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. No tomen venganza, queridos hermanos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor.» (Romanos 12: 17-19 | NVI)

El amor, insistimos, es una decisión, como también lo es el procurar tener entendimiento con todas las personas, comenzando por el entorno familiar.

DIOS NOS AYUDA EN EL PROCESO

Una vez identificamos fallas y nos disponemos a cambiar, Dios nos ayuda en el proceso. No estamos solos.

El autor y consejero de familia, Jim George, escribe en el libro “Un hombre conforme el corazón de Dios”:

“Cuando nos proponemos ser hombres conforme al corazón de Dios, podemos contar con Su gracia: una gracia que nos capacita y fortalece en todo tiempo.”

Es así, por gracia que avanzamos en el cambio, porque como lo anotaba el apóstol Pablo, no hay nadie perfecto (Romanos 3: 10)

Claro, no basta con descubrir los errores. Si hemos dañado a la familia, es necesario aplicar correctivos: arrepentirnos delante del Señor y pedir perdón. Restaurar esa relación con el cónyuge e hijos y con el capitán de la vida familiar, nuestro Hacedor.

El rey David lo expresó maravillosamente en los siguientes términos:

«Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu misericordia, borra mis transgresiones. Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado.  Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado.  Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu firme dentro de mí. » (Salmos 51: 1-3, 10 | NVI)

Sin duda, por Su infinita gracia, encontraremos perdón en Dios y nos acompañará en el proceso de transformación familiar.

7 CONSEJOS PARA SER ESPOSOS Y PADRES DE EJEMPLO

La clave de todo es que, en nuestra condición de padres y esposos, brindemos ejemplo y lideremos apropiadamente a la familia.

Sobre esa base, compartimos siete consejos que le resultarán útiles:

1.- Lea las Escrituras diariamente; son Palabra de Dios (2 Timoteo 3: 16; Salmo 19: 7; Hebreos 4: 12)

2.- Busque diariamente a Dios en oración (Salmo 42: 1, 2)

3.- Permita que el Espíritu Santo guíe su vida personal y familiar (Juan 14: 16, 17, 26)

4.- Siga los pasos de Jesús el Señor (Mateo 1: 17)

5.- Confiese sus pecados a Dios (Salmos 32: 2-5)

6.- Someta sus pensamientos y acciones en manos del Señor Jesús (Mateo 5: 22- 28)

7.- Sea diligente en la búsqueda de Dios. Persevere.

Tenga presente, siempre, algo sobre lo que recaba el autor, Jim George:

“Ser cristiano no significa que usted y yo no vayamos a pecar. Pero tenga en cuenta que el pecado deja de ser un patrón predominante en nuestra vida, cuando estamos en Dios, en su gracia. Esto es porque como cristianos somos nuevas criaturas (2 Corintios 5: 17) Ahora somos hijos de Dios. Y cuando pecamos, puesto que el Espíritu Santo vive en nosotros, nos sentimos culpables y nace en el corazón un deseo de arrepentimiento para que el gozo de nuestra amistad con Dios sea restablecida.”

Puede que su experiencia matrimonial no haya sido la mejor, que no haya funcionado como esperaba. No obstante, la mejor decisión no es renunciar por la vía del divorcio.

Recuerde que en cada paso que dé tendiente a restaurar la relación, disponiendo su corazón, Dios le ayudará. Es la grandeza del Padre que instituyó el matrimonio y desea que permanezcamos firmes en esa relación.


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