7 principios a los que jamás debemos renunciar

En medio de una sociedad sin principios ni valores, es esencial que permanezcamos firmes. Es posible si dependemos de Dios en todo momento. Él nos asegura la fortaleza necesaria.

En medio de una sociedad sin principios ni valores, es esencial que permanezcamos firmes. Es posible si dependemos de Dios en todo momento. Él nos asegura la fortaleza necesaria.


Fernando Alexis Jiménez | Editor General del portal Familias Sólidas


Los principios y valores son los que cimientan nuestra vida. Constituyen los pilares que gravitan alrededor de lo que pensamos y hacemos. Evidencian nuestra fe y hasta qué grado, Jesucristo es el centro de todo nuestro ser.

El problema es que infinidad de personas se dejan arrastrar por una sociedad desorganizada y distante de Dios.

UNA PROPUESTA INDECENTE

Tras pasar muchos años buscando respuestas, un hombre se casa con una mujer de extraordinaria belleza y con ella consigue casi todo lo que había deseado en la vida, excepto dinero.

Esa situación podría cambiar la noche en que el matrimonio conoce a un apuesto extraño, dueño de una incalculable fortuna. Él le hace a la pareja una propuesta sorprendente: pasar una noche a solas con la hermosa esposa a cambio de un millón de dólares, al contado.

Sin suda es una propuesta indecente, pero pone a prueba los principios y, por supuesto, el amor matrimonial. El desenlace es lo que podríamos llamar un pacto con el diablo.

Este es el argumento de la película «Una propuesta indecente» que se estrenó el 7 de abril de 1993, en los Estados Unidos. Toma como base la novela escrita por, Jack Engelhard.

PRINCIPIOS IRRENUNCIABLES

La Biblia aborda en numerosas ocasiones el tema de los principios y valores. No obstante, una de las mejores ilustraciones la encontramos en la enseñanza del Señor Jesús:

“Por tanto, cualquiera que oye estas palabras Mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca. Todo el que oye estas palabras Mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción».” (Mateo 7: 24-27| NBLA)

En esa dirección, compartimos algunos de los principios a los que jamás debemos renunciar:

1.- Depender de Dios en todo momento (Jeremías 17: 7, 8).

2.- Mantener avivada nuestra espiritualidad.

3.- Cuidar nuestra salud. Es un tesoro que podemos dilapidar.

4.- Una moralidad sólida.

5.- Dedicar tiempo de calidad a la familia.

6.- Actuar siempre con honestidad y transparencia.

7.- Evaluar cuidadosamente cada una de nuestras decisiones.

Un lugar preponderante lo constituye cultivar nuestra espiritualidad, es decir, el puente de conexión con Dios, nuestro Padre y hacedor.

Permítame citar aquí al orador y escritor, Ronald Ball, cuando anota:

“Cuando invierto tiempo en leer la Biblia, escucho en mi interior la voz dulce de Dios, guiándome y dándome la paz que necesito. No hay experiencia humana que pueda compararse con la presencia de Dios, que es real, a través de Su Hijo Jesús, así como la del Espíritu Santo. Este es uno de los fundamentos que no se negocia cuando se profesa la fe en Cristo.” (Citado en el libro “Destrezas dinámicas para tratar a las personas”)

Por supuesto, la lista puede ser mucho más amplia. Sin embargo, citamos estas piedras que permiten sentar los cimientos de una vida personal, espiritual y familiar, con solidez.

CREADOS CON UN PROPÓSITO

No somos producto de un accidente. Fuimos concebidos por Dios con un propósito. De ahí que debemos asumir la cuota de responsabilidad que nos asiste por los errores y reacciones.

Fuimos creados por Dios y para Dios, aspecto alrededor del cual el apóstol Pablo escribe:

«Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él.» (Colosenses 1:16 | NBLA)

Y al dirigirse a los creyentes de Filipos, anota_

«También en Él hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de Aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de Su voluntad, a fin de que nosotros, que fuimos los primeros en esperar en Cristo, seamos para alabanza de Su gloria.»(Efesios 1:11-12 | NBLA)

Dios no se equivocó al crearnos. Él no improvisa. Quizá si hemos perdido el norte, estriba en que permanecemos inmersos en una vida colmada de errores, pecados que produce caos en todo nuestro entorno. Es por eso que no actuamos movidos por los principios y valores y, si los tenemos, cedemos a la mundanalidad y renunciamos fácilmente.

UNA NUEVA HISTORIA

Sin embargo, el curso de nuestra vida puede cambiar. ¿De qué manera? Apropiándonos de la gracia de Dios. Piénselo. Tal vez nos han vendido una imagen equivocada de Dios; de alguien atento a nuestros errores para castigarnos y enviarnos al infierno.

Nos han mostrado solo la mitad del Evangelio, porque deliberadamente y para infundir temor, no nos hablan del Dios de amor que no quiere que nos perdamos:

«Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.»(Juan 3: 17, 18 | NBLA)

No es porque lo merezcamos ya que, teniendo en cuenta los pecados, merecemos la muerte eterna (Romanos 6:23) Es por gracia que recibimos perdón, es decir, por la manifestación amorosa de nuestro Padre.

Rick Warren, autor y teólogo norteamericano, explica:

“Dios no nos dejó en medio de la oscuridad para andar a ciegas. Él reveló claramente en su Palabra sus propósitos para nuestras vidas. La Biblia es nuestro manual de instrucciones el cual explica por qué estamos vivos, en qué consiste la vida, qué evitar y qué esperar del futuro. Dios no es tan sólo el punto de partida en su vida, sino la fuente de ella. Debe ir a la Palabra de Dios, no a la sabiduría del mundo para descubrir el propósito de su vida. Necesita fundamentar su existencia en las verdades eternas… Dios pensó en usted mucho antes que usted pensara en él. Lo que designó para usted precede al momento en que fue concebido. Lo planificó desde antes de que existiera, ¡y sin su participación! Puede elegir su carrera, su cónyuge, sus pasatiempos y muchos otros componentes de su vida, pero no le toca escoger su propio designio.” (Citado en el libro: “Una vida con propósito”)

La Palabra nos revela el plan de salvación, plan que Dios trazó para nosotros desde antes de la fundación del mundo. Él sabía que el género humano pecaría y se haría blanco de la condenación eterna. Sin embargo, nos miró con misericordia, es decir, con Su gracia que no tiene límites.

Ahora viene algo importante: El Señor le extiende Su gracia. Pero es usted quien decide. Él no lo obligará. Es usted y nadie más que usted quien toma la decisión de reconocer sus pecados, arrepentirse y pedir perdón para que el cúmulo de equívocos sea borrado de su existencia. Ya Jesús pagó el precio en la cruz. Ahora es usted quien debe dar ese paso. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo.


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