Quizá en su condición de cristiano conoce o ha enfrentado al interior de la familia una situación de abuso a menores: es necesario intervenir. No puede eludir esa responsabilidad.
Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial
Uno de los hechos más dolorosos que enfrenta nuestra sociedad y que, infortunadamente, ha venido tomando fuerza, es el abuso a menores de edad. La iglesia cristiana no puede ni debe estar al margen de esta realidad. Por el contrario, desde su perspectiva como promotora de principios y valores cimentados en a Biblia, debe interesarse y emprender acciones concretas.
SEÑALES DE ALARMA
Cuando un niño o niña ha sido violentados, en cualquiera de las formas, evidencia señales de alarma a las que debemos estar atentos:
- Trastornos en el sueño.
- Pesadillas recurrentes.
- Temor de los adultos.
- Sensación de culpa.
Por supuesto, el listado puede ser mucho más amplio, pero aquí relacionamos algunos comportamientos relevantes.
Esos hechos marcan la vida de los menores para siempre. Y afectan las relaciones interpersonales, presentes y en el futuro.
INTERVENCIÓN DE LOS ADULTOS
Todos los padres de familia somos, en esencia, administradores de la creación de Dios. Y debemos hacer lo con excelencia. Es aquí donde cabe recordar lo que enseña el apóstol Pablo:
«Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.» (1 Corintios 4.1–2 | RVR 60)
En esa dirección, al enterarnos sobre el abuso a un hijo o un familiar, es necesario intervenir. Entendemos que involucra dos elementos: el espiritual y el psicológico.
Los pequeños deben recibir apoyo y acompañamiento y de la mano con esos dos ingredientes, otras recomendaciones:
- No revictimizarlos, permitiendo que sigan expuestos a los mismos peligros.
- No recordarles de forma permanente la experiencia traumática por la que atravesaron.
- Contribuir a elevar su autoestima.
- Expresarles amor.
¿QUÉ DEBEMOS ENSEÑARLES?
Las herramientas para que los niños se protejan, se afianzan en que aprendan a poner límites con los adultos que representan un peligro para su integridad.
- Enseñarles que la palabra no forma parte del autocuidado.
- Enseñarles a conocerse a sí mismos.
- Enseñarles a gestionar sus emociones.
- Enseñarles a exteriorizar sus emociones y qué les produce miedo.
- Enseñarles que no son culpables de lo que ocurrió.
Como seguidores de Jesucristo no podemos poner barreras a los tratamientos de un psicólogo. Contribuye a que los menores recobren su autoestima.
- Que reconstruyan su identidad.
- Que aprendan a expresar sus sentimientos.
- Que afiancen el amor propio.
- Que aprendan el valor de perdonar a quienes les causaron daño.
Permítanos citar a la catedrática universitaria en psicología, Jackeline Cortés Morelos:
“El entorno del niño y la niña debe ser observado para garantizar que esté recibiendo que esté recibiendo el apropiado acompañamiento emocional, personal y mental que demanda su situación y continuar con su adecuado desarrollo psicológico y mental.”
Su apreciación es muy valiosa ya que alerta sobre la necesidad de estar atentos al entorno en el que se desenvuelven los menores, protegerlos y evitar que la situación de abuso se torne recurrente.
UNA PERSPECTIVA BÍBLICA
Si bien es cierto la Biblia no utiliza específicamente el término abuso infantil, si advierte que los niños deben tener un lugar especial en la sociedad, así como hoy lo ocupan en el corazón de Dios.
Nuestro amado Salvador Jesucristo enseñó:
«Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios» (Marcos 10:14-16)
Cuando los discípulos de Jesús trataron de impedir que los niños vinieran a Jesús, Él los reprendió e invitó a los niños para que estuvieran a su lado.
¿Qué aprendemos de las Escrituras?
- La Biblia prohíbe el maltrato infantil.
- La Biblia habla sobre controlar nuestras emociones y advierte contra la ira descontrolada (Cf. Efesios 4:26-27)
- La Biblia enseña que muchas acciones abusivas son propiciadas por nuestras emociones sin control (Proverbios 29:22)
Acerca de los hijos, la Palabra de Dios enseña:
«He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta.» (Salmo 127: 3-5 | RV 60)
Quizá en su condición de cristiano conoce o ha enfrentado al interior de la familia una situación de abuso a menores: es necesario intervenir. No puede eludir esa responsabilidad.
Por supuesto, por esos pequeños se debe orar y pedir a Dios que sane sus corazones. Y, de la mano con esta acción, denunciar a las autoridades este tipo de hechos.
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