La gracia de Dios es maravillosa. Perdona nuestros pecados, por grandes que hayan sido en el pasado y ahora, y nos ofrece una nueva oportunidad de vida, de reemprender el camino. Es una demostración ilimitada de Su amor.
Fernando Alexis Jiménez | Editor de la Revista Vida Familiar | @VidaFamiliarCo
Lo que jamás imaginó Lucía al cruzarlas casillas de migración es que, con toda amabilidad, pero con firmeza, una agente de policía le iba a pedir que la acompañara.
La corta distancia que la separaba de las oficinas donde estaba el escáner para el cuerpo, le pareció muy larga y el tiempo, una eternidad. Sintió que todo alrededor daba vueltas. Experimentó mareo y presintió que, en cualquier momento, caería al suelo.
Dos horas después y con la vergüenza de atravesar el aeropuerto El Dorado, de Bogotá, escoltada por tres agentes, fue trasladada a una celda y, tres días después, compareció ante una juez.
Le habían descubierto29 bolsitas plásticas en su estómago, cargadas con cocaína. Iba con destino a España.
—Señora jueza, tenga piedad de mí—lloraba–. Soy madre de dos hijos pequeños. Uno de siete y otro de tres años. El padre nos abandonó y no tenía cómo darles de comer. Y una madre hace lo que sea por sus hijos—imploraba.
La mujer se quedó mirándola y tras explicarle que su delito ameritaba por lo menos seis años de pena, la envió a casa por cárcel, una figura jurídica que difícilmente le habría a un narcotraficante en Colombia.
Lucía elabora alimentos, que vende en su hogar. Es cierto, no puede salir ni siquiera a la puerta, pero la embarga la alegría de saber que puede estar junto a su familia.
—Le doy infinitas gracias a Dios que la jueza me concedió una nueva oportunidad…–relata.
USTED TAMBIÉN TIENE UNA NUEVA OPORTUNIDAD
La gracia de Dios es maravillosa. Perdona nuestros pecados, por grandes que hayan sido en el pasado y ahora, y nos ofrece una nueva oportunidad de vida, de reemprender el camino. Es una demostración ilimitada de Su amor.
Aunque merecemos la muerte por nuestros pecados, Dios nos perdona y ofrece una nueva oportunidad, en respuesta a nuestro arrepentimiento sincero:
El apóstol Pablo escribe:
“Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.» (Efesios 4:32)
Observe que ese amor incondicional de Dios hacia nosotros, jamás lograremos comprenderlo:
«Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra.» (2 Crónicas 7:14)
Probablemente usted ha incurrido en muchísimos equívocos, grave la mayoría de ellos. Hoy puede tener la certeza de que en el Señor, por Su gracia, hay perdón y una nueva oportunidad.
Aprópiese de la gracia divina y emprenda una nueva relación, con Dios, con el cónyuge y con los hijos. ¡Está a tiempo!
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