Por la gracia de Dios nuestra vida y liderazgo familiar pueden ser transformados. Permítanos compartir con usted una historia maravillosa que registra el evangelista Lucas y que tiene como centro a nuestro amado Salvador.
Fernando Alexis Jiménez | Editor de la Revista Vida Familiar | @VidaFamiliarCo
Nuestra sociedad reclama una revisión de las familias como están hoy, identificar en qué estamos fallando e imprimir ajustes con ayuda de Dios. Más que prioritario, es urgente. El carácter perentorio lo marcan la ideología de género, los antivalores que vienen pervirtiendo la relación al interior de los hogares, así como los peligros a los que están expuestos nuestros hijos y nosotros mismos.
El empresario y escritor, Dexter Yager, escribió:
“Nos sentimos incapaces de luchar no solamente las grandes batallas por nuestro país, sino también las grandes batallas de la vida, entre ellas, mantener a la familia y educar a los hijos. En el mundo de hoy hay muchas vacantes para el puesto de héroe en la vida familiar. Los requisitos para este empleo implican destrezas naturales y muchísima determinación. Es una tarea que empieza en casa. Dese cuenta que la batalla más importante es preservar a su familia.”
A menos que decidamos retomar el liderazgo en casa, no en nuestras fuerzas, sino en el poder de Dios, debemos resignarnos a que la institución familiar siga camino del abismo. Ésta, por supuesto, no es una especulación, es una realidad a la que no podemos ser ajenos.
El primer y más grande compromiso es afianzar las raíces de la fe en casa y caminar de la mano de Padre, y ligados a estos ajustes, asumir principios transformadores que tienen impacto a corto y largo plazo.
PRINCIPIOS TRANSFORMADORES
Si le asiste el anhelo de liderar con eficacia en la vida familiar, compartimos con usted principios sencillos, pero eficaces:
1.- Supere los pensamientos y sentimientos de desesperanza.
2.– Asuma la disposición de librar las grandes batallas de la vida con ayuda de Dios.
3.- Persevere en el propósito de superar los grandes obstáculos de la vida familiar.
4.– Dependa de su ingenio, habilidades y determinación para sobreponerse a las adversidades.
5.– Tome conciencia de que la batalla más importante es la de preservar a la familia.
6.– Préndase de la mano del Señor Jesús y no sucumba ante la inmoralidad, la desesperanza, la desesperación y los antivalores que golpean a la sociedad.
7.- Lidere a su familia a partir del ejemplo.
Generar transformaciones personales, con fe y el poder de Dios, que traerán un impacto favorable en la familia, sí es posible y, además, necesario.
¿CÓMO CORREGIR ERRORES EN EL LIDERAZGO FAMILIA?
Para imprimir cambios en el liderazgo familiar, hay dos pasos ineludibles: depender de Dios y reconocer que la vida junto con cónyuge y los hijos, amerita una evaluación de los ajustes de que se deben realizar.
El empresario y escritor, Dexter Yager, plantea:
“La meta es liderar aun cuando los tiempos sean difíciles. Los beneficios se apreciarán en la vida de los hijos y las futuras generaciones. El gran desafío del padre y esposo es alcanzar un grado de madurez emocional y personal.”
Para avanzar en esa dirección, le recomendamos:
- Deje de lado lo fantástico y de creer que la vida familiar es color de rosa y viva de realidades.
- En materia financiera, muévase dentro de un presupuesto razonable.
- Aprenda a reaccionar racionalmente y no bajo el influjo de las emociones.
- Si las cosas salen mal en la vida, no culpe a su cónyuge, hijos u otras personas.
- Si incurre en equívocos, asuma la responsabilidad de cara a buscar soluciones, con ayuda de Dios.
Es previsible que en su relación con la familia haya caído de manera recurrente en errores que toman pesado el ambiente. Si es así recuerde que la diferencia la marca el Señor Jesucristo en nuestro ser.
UN LÍDER AL QUE TRANSFORMÓ LA GRACIA DE DIOS
Por la gracia de Dios nuestra vida y liderazgo familiar pueden ser transformados. Permítanos compartir con usted una historia maravillosa que registra el evangelista Lucas y que tiene como centro a nuestro amado Salvador:
“Jesús llegó a Jericó y comenzó a cruzar la ciudad. Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era rico. Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía, pues era de baja estatura. Por eso se adelantó corriendo y se subió a un árbol sicómoro para poder verlo, ya que Jesús iba a pasar por allí. Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: —Zaqueo, baja enseguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa. Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa. Al ver esto, todos empezaron a murmurar: «Ha ido a hospedarse con un pecador». Pero Zaqueo dijo resueltamente: —Mira, Señor, ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea. —Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que este también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” (Lucas 19: 1-10 | NVI)
Le animo a que lea el pasaje bíblico cuantas veces sea necesario. Descubrirá aspectos sorprendentes en el caso de Zaqueo:
- Su vida fue transformada por la gracia de Dios.
- Sus pensamientos y actitudes cambiaron.
- Reasumió principios y valores como la honradez y la ética.
- Su liderazgo familiar, sin duda, fue impactado.
Si el anhelo que le asiste es experimentar una transformación en su propia existencia, así como en su relación con el cónyuge y con los hijos, es hora de volver la mirada a Dios y abrirle las puertas de su corazón y del hogar.
Cuando reconocemos nuestros pecados y nos arrepentimos, damos un paso sólido en apropiarnos de la gracia. El Padre nos perdona, transforma y, de paso, recibimos la vida eterna.
Hoy es el día para tomar decisiones de fondo, comprometidas, que traerán un nuevo aire a su familia. Lo necesita y es, dicho sea de paso, una experiencia única de la que jamás nos arrepentiremos.
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