Dios no deja de amarnos

Si nos apropiamos de la gracia de Dios, tenemos la certeza de que no sigue amando y que responde con perdón a nuestro genuino arrepentimiento cada vez que pecamos.

Si nos apropiamos de la gracia de Dios, tenemos la certeza de que no sigue amando y que responde con perdón a nuestro genuino arrepentimiento cada vez que pecamos.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial


¿Dios de amarnos por algún motivo? Por supuesto que no. Su amor sobrepasa todo entendimiento. Sin embargo, millares de personas en el mundo entero creen que Su amor por nosotros puede menguar o acabar en cualquier momento, particularmente cuando incurrimos en errores y pecados.

Ahora, ¿tiene alguna lógica? Por cierto que no si miramos el asunto desde la perspectiva humana. Pensar así es desconocer un versículo clásico de las Escrituras:

“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3: 16 | NVI)

Léalo con detenimiento. Su amor por el pecador es tan grande que sacrificó a su propio Hijo, Jesús, para salvar a la humanidad. Y algo más:

“Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.” (Juan 3: 17 | NVI)

Sobre esa base es fácil concluir que el propósito eterno del Padre no es juzgar de manera inmisericorde al trasgresor, sino perdonarlo y, mediante la sangre del Señor Jesús, asegurar la salvación de quienes se arrepienten.

Este proceso maravilloso es posible únicamente bajo la gracia de Dios. No es por méritos, ya que por nuestra pecaminosidad no tenemos merecimiento alguno.

El norteamericano William Hayes escribió la novela “Expreso de medianoche”. La obra, llevada al cine en la década de los ochenta, relata sus experiencias en una prisión de Estambul, tras ser capturado en el aeropuerto con dos kilos de hachis.

En una de las escenas más conmovedoras, el padre de Billy, al ver las condiciones inhumanas en las que se encontraba, le dice:

Si pudiera, me quedaría aquí encerrado, para que fueras libre.

Ese momento toca las fibras más sensibles de toda persona. Conmueve.

Algo similar—guardando las proporciones—es la gracia divina en nuestras vidas. Está ligada al perdón para quien ha pecado y, además, le ofrece la oportunidad de comenzar una nueva vida.

¿Qué se requiere? Creer. Solamente eso. Activar la fe. Dejar de lado toda sombra de duda y apropiarnos del amor de nuestro Supremo Hacedor.

El evangelista Juan anota lo siguiente:

“El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo único de Dios.” (Juan 3: 18 | NVI)

Por supuesto, Satanás quien es el adversario, no quiere que conozcamos esta verdad maravillosa y siembra dudas en nuestro corazón.

COMPRENDER LA GRANDE DE LA GRACIA

Cuando tenemos una aproximación al amor de Dios, nos acercamos más a lo que quiso decir el apóstol Pablo cuando escribió:

En fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios.” (Efesios 3: 19 | NVI)

Puede que tras recibir al Señor Jesús como Salvador, hayamos incurrido nuevamente en el pecado. Es previsible. ¿La razón? Libramos una batalla permanente contra nuestra naturaleza caída, que nos sigue como una sombra gigantesca, aunque su poder está vencido por la gracia.

Algo que debemos hacer es no caer en la desesperación, sucumbir a ideas que nos alejan de Dios el Padre. Si lo hacemos, entraremos en un terreno peligroso: el desánimo y el vivo deseo de volver atrás.

Si nos apropiamos de la gracia de Dios, tenemos la certeza de que no sigue amando y que responde con perdón a nuestro genuino arrepentimiento cada vez que pecamos.

El amor del Señor sigue igual por nosotros. De hecho, Él conoce nuestras debilidades:

“¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió e incluso resucitó y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros.” (Romanos 8: 33, 34 | NVI)

Por supuesto, el enemigo espiritual quiere vendernos la idea de que, al pecar, no vale la pena volver a intentar tomarnos dela mano de Jesús en procura de fortaleza y seguridad para seguir adelante. ¡Es una mentira! Y por supuesto, no debemos creerla. Es una trampa en la que quedan atrapadas infinidad de personas.

UN AMOR PERMANENTE

Cualquier que sea la circunstancia, jamás olvidemos que Dios nos sigue amando y podemos volver a Él.

En la Palabra leemos:

“Así está escrito: «Por tu causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!». Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” (Romanos 8: 36-37 | NVI)

Tener la firme convicción de que Dios nos sigue amando a pesar de las trasgresiones, no es una justificación para que sigamos pecando. Por el contrario, comprender algo de su amor infinito debe llevarnos a asumir un mayor compromiso de caminar conforme le agrada al Padre.

Pablo compartía la misma naturaleza pecaminosa que nosotros. Por eso es interesante leer:

“Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.” (Romanos 8: 38-39 | NVI)

Jamás olvide que Dios le ama y que el amor que le prodiga es ilimitado, tanto que no podemos comprenderlo:

Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5:8 | NVI)

Si nos movemos en el convencimiento del amor de Dios, no volveremos atrás. Siempre estaremos dando nuevos pasos en pos de Él.

AVANZANDO A UN NUEVO NIVEL

Cuando caminamos en la gracia de Dios,  experimentamos cambio y crecimiento. La gracia colma nuestro anhelo de ser transformados en Su poder y no en nuestras fuerzas.

Pablo escribió a los creyentes de Éfeso y a nosotros hoy:

“Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.” (Efesios 3: 20, 21 | NVI)

Esta maravillosa realidad la explica el apóstol Pablo con mayor detalle al escribirle a los creyentes de Corinto:

Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, de manera que siempre, en toda circunstancia, tengan todo lo necesario y toda buena obra abunde en ustedes.” (2 Corintios 9: 8 | NVI)

Atesore estas verdades en su corazón: Dios lo ama y no dejará de amarlo, aun cuando haya fallado y, en segundo lugar, Él desea llevarlo siempre a nuevos niveles de crecimiento personal, espiritual y familiar.

Aprópiese de la gracia de Dios. ¡Reciba a Jesucristo en su corazón!


Escuche Aquí las transmisiones diarias de Vida Familiar con Fernando Alexis Jiménez.


Otros espacios para aprender más y crecer cada día:

> Revista Vida Familiar >> RevistaVidaFamiliar.com

> Portal Familias Sólidas >> FamiliasSolidas.com

> Descargue gratis el libro «Una vida maravillosa» del autor, Fernando Alexis Jiménez, de la Misión Edificando Familias Sólidas >> https://acortar.link/gzMgjG