Alrededor nuestro, infinidad de personas se encuentran azotadas por un mal de nuestros tiempos: el temor. Desencadena peligrosas consecuencias. Un análisis a la luz de la Biblia.
Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial
Donde quiera que usted mire encontrara a decenas de personas que pasan a su lado o interactúan de manera permanente, revelando por sus gestos, expresiones y semblante, que están gobernados por un temor, generalmente de carácter irracional.
Hay quienes temen atravesar un puente, subir a un ascensor, volar en un avión, encontrarse en medio de multitudes. Otros, sometidos al pánico de contraer o morir muy pronto por alguna enfermedad, aun cuando su estado de salud sea bueno.
El autor cristiano, Donald Gossette, anota lo siguiente:
“El temor tiene una sola fuente: el diablo. De acuerdo con la palabra de Dios, el temor no es una desviación mental… es una sensación de carácter espiritual, provocada por el mundo de maldad. No viene de Dios, sino de Satanás. Los resultados, además de que no son beneficiosos, pueden ser destructivos.”
Las manifestaciones de temor pueden resultar difíciles de controlar, cuando se desconoce su origen y, por supuesto, lo que sí está claro es que trae consecuencias. Muchos renuncian a sus sueños, hay quienes deciden volver atrás cualquiera sea el propósito que los motive en la vida, otros se quedan atascados y no avanzar y, un segmento mayor, están prisioneros del temor y se acostumbran a convivir con él.
Las Escrituras nos hablan acerca del surgimiento del temor, pero, también, de cómo vencerlo.
EL TEMOR LO ALIMENTA SATANÁS
En la Palabra descubrimos que, quien alimenta el temor en nuestras vidas, es Satanás y antes que salir huyendo, hay que confrontarlo.
> El temor nos impide avanzar (Proverbios 29:15)
> El temor engendra graves consecuencias en nuestra vida (Job 3:25)
> El temor constituye una fuerza paralizante.
> Satanás es quien alimenta el temor en nuestra vida (Juan 10: 10 b.)
> En medio de los temores que nos embargan, no podemos olvidar que Dios pelea nuestras batallas y nos brinda protección (Salmo 5: 12)
> Por encima del temor, el Señor Jesucristo nos lleva siempre en victoria (2 Corintios 2: 14; 2 Timoteo 1: 12)
PODEMOS VENCER EL TEMOR
No es en nuestras fuerzas, sino con el poder de Dios, como podemos vencer el temor, tal como lo enseñan las Escrituras:
> Dios nos ha dado el poder para vencer el temor (2 Timoteo 1: 7)
> Por la obra redentora del Señor Jesús en la cruz, vencemos el temor (1 Juan 4: 18)
> En Dios no hay temor ni otro impedimento que no nos permita vencer los obstáculos (Marcos 11: 23, 24)
> Dios trae a nuestra vida trae tranquilidad, aun cuando la incertidumbre quiera gobernarnos (Jeremías 33: 3: Salmo138: 8)
CONCEBIDOS PARA ENFRENTAR EL TEMOR
Como hijos de Dios, no podemos dejarnos amilanar por el temor. Por el contrario, estamos llamados a confrontarlo y a vencer. No estamos solos. El Señor Jesucristo nos acompaña.
> Dios nos proveyó las potencialidades para vencer el temor (Romanos 8: 37; Filipenses 4: 13)
> La fuerza para vencer el temor proviene del Señor Jesucristo.
> Dos está con nosotros, en todo momento, para ayudarnos a vencer el temor (Isaías 41: 10; Romanos 8: 31)
> No estamos solos. El Señor Jesucristo nos acompaña (Mateo 28: 20)
VENCEDORES, PRENDIDOS DE LA MANO DEL SEÑOR JESÚS
Estamos llamados a vencer el temor, cualquiera sea su manifestación en nuestras vidas, batallando no en nuestras fuerzas, sino en las que provienen de Dios.
El autor cristiano, Donald Gossette, enfatiza lo siguiente:
“El temor es destructivo y lleva a muchas personas al límite, hasta el punto de que conciben quitarse la vida. El temor produce insomnio, colapsa el sistema nervioso, despierta una sensación de opresión en la vida, agobia con el desaliento e impide que se le pueda testificar a otras personas acerca de Cristo. El temor lleva a esperar siempre lo peor.”
Es por y con el poder de Dios que podemos vencer el temor. Una manifestación de su gracia y amor ilimitado por nosotros. Él quiere que experimentemos una vida plena. Ese ha sido su propósito desde la eternidad.
Y hablando de gracia divina, es hora de apropiarnos de esa gracia. Arrepentirnos de nuestros pecados, pedir perdón y emprender una nueva vida. Hoy es el día oportuno para tomar esa decisión.
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