Un problema que tenemos quienes ejercemos algún grado de liderazgo, es creer que siempre tenemos la razón. ¡Tremendo equívoco! Quienes crecen en la vida ministerial son aquellos que aprenden a escuchar buenos consejo.
Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial
Servir a Dios es un privilegio. Nadie lo discute. Sin embargo, un problema común y al cual debemos prestar atención, radica en el sinnúmero de pastores, obreros y líderes que enfrentan serios problemas con el cónyuge y con los hijos. ¿La razón? Dedican más tiempo al servicio ministerial que a la familia.
No es algo nuevo. Es un fenómeno que trasciende el tiempo, por siglos. Incluso el propio Moisés, uno de los profetas más relevantes de la historia bíblica, enfrentó esta situación.
De acuerdo con el pasaje de Éxodo 18, dedicaba largas jornadas en el servicio. De hecho, su mujer Séfora y sus dos hijos, se encontraban en casa de su suegro, Jetro.
Le invitamos, con fundamento a este pasaje, a analizar lo que quizá está ocurriendo en su vida y hogar:
1.- ÉXITO MINISTERIAL, FRACASO FAMILIAR
Si trajéramos a Moisés a nuestro tiempo, podríamos decir que era un ministro exitoso. Amaba a Dios, tenía pasión por el ministerio, estaba entregado de cuerpo y alma a la tarea de guiar al pueblo en el desierto. Y el Señor lo respaldaba:
“Todo lo que Dios había hecho por Moisés y por su pueblo Israel, y la manera como el Señor había sacado a Israel de Egipto, llegó a oídos de Jetro, sacerdote de Madián y suegro de Moisés.” (Éxodo 18: 1 | NVI)
Es evidente que tenía una sana motivación. El problema era la forma como administraba el servicio.
2.- UNA FAMILIA DISTANTE DEL MINISTRO
Servir a Dios es fundamental. Pese a ello, no podemos descuidar a la familia. Pareciera que Moisés estaba tan ocupado, que delegó esa tarea—el cuidado de la esposa y de los hijos—en el suegro:
“Cuando Moisés despidió a Séfora, su esposa, Jetro la recibió a ella y a sus dos hijos. Uno de ellos se llamaba Guersón, porque dijo Moisés: «Soy un extranjero en tierra extraña»; el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: «El Dios de mi padre me ayudó y me salvó de la espada del faraón».” (Éxodo 18: 2-4 | NVI)
En este punto le animo a hacer un alto en el camino y evaluar su vida familia. ¿Cómo andan las cosas? ¿Cómo está su relación conyugal? ¿Cuánto tiempo les dedica a sus hijos?
3.- DE NADA SIRVEN LAS EJECUTORIAS MINISTERIALES SIN LA FAMILIA
Infinidad de pastores, obreros y líderes tienen reconocimiento en todos los círculos, a nivel ministerial y secular. Tienen en programas de radio, televisión, presencia en redes sociales y espacios que han ido conquistando progresivamente. ¿Está bien? Por supuesto que sí. Pero. ¿de qué nos sirven los éxitos y la gloria si la familia va camino del abismo o, sencillamente, la hemos descuidado?
En el pasaje leemos:
“Moisés salió al encuentro de su suegro, se postró ante él y lo besó. Luego de intercambiar saludos y desearse lo mejor, entraron en la tienda de campaña. Allí Moisés contó a su suegro todo lo que el Señor había hecho al faraón y a los egipcios en favor de Israel, todas las dificultades con que se habían encontrado en el camino, y cómo el Señor los había salvado. Jetro se alegró de saber que el Señor había tratado bien a Israel y lo había rescatado del poder de los egipcios…” (Éxodo 18: 7-9 | NVI)
La fama y el reconocimiento, al final del día, no nos permitirán recuperar a la familia. Es fundamental que nos evaluemos y al descubrir errores, pidamos a Dios la sabiduría para corregirlos.
4.- ¿CUÁNTO DURA SU JORNADA DIARIA?
Si nos atenemos al ejercicio secular del trabajo, la jornada se compone de ocho horas. Por supuesto, en el ministerio con frecuencia dedicamos más tiempo. Pero, ¿de qué manera incide esta práctica en la vida personal y familia?
“Al día siguiente, Moisés ocupó su lugar como juez del pueblo, y los israelitas estuvieron de pie ante Moisés desde la mañana hasta la noche. Cuando su suegro vio cómo procedía Moisés con el pueblo, dijo: —¡Pero qué es lo que haces con esta gente! ¿Cómo es que solo tú te sientas, mientras todo este pueblo se queda de pie ante ti desde la mañana hasta la noche?” (Éxodo 18: 13, 14 | NVI)
El único que no se daba cuenta de los destructivo de su desenvolvimiento, era el propio Moisés. Igual puede que esté ocurriendo con usted. No podemos ser ajenos a las señales que nos advierten para no caer en situaciones de las que, quizá, nos vamos a arrepentir temprano o tarde.
5.- EL EROR DE GENERAR DEPENDENCIA
Si usted está al frente de un ministerio, es esencial que comprenda la importancia de que la gente dependa de usted, sino de Cristo. Somos simplemente instrumentos en manos de Dios, El centro del universo y de nuestra vida es Él. Nadie más nos puede rescatar y orientar, cualquiera sea la circunstancia.
“—Es que el pueblo viene a verme para consultar a Dios —contestó Moisés—. Cuando tienen algún problema, me lo traen a mí para que yo dicte sentencia entre las dos partes. Además, les doy a conocer las enseñanzas y las leyes de Dios.” (Éxodo 18: 15, 16 | NVI)
Moisés estaba bien intencionado en su deseo de servir más y mejor a Dios. Sin embargo, nos asalta la duda de si creía que era el único que podía hacerlo bien.
6.- ES FUNDAMENTAL APRENDER A DELEGAR
Somos instrumentos en manos de Dios. Una premisa que jamás podemos olvidar. De la mano con ese convencimiento, también el que no podemos acaparar todas las tareas. Es fundamental que formemos líderes y deleguemos parte de las tareas. Así lo recomendó Jetro a su yerno Moisés:
“—No está bien lo que estás haciendo —le respondió su suegro—, pues te cansas tú y se cansa la gente que te acompaña. La tarea es demasiado pesada para ti; no la puedes desempeñar tú solo. Oye bien el consejo que voy a darte y que Dios esté contigo. Tú debes representar al pueblo ante Dios y presentarle los problemas que ellos tienen.” (Éxodo 18: 17-19 | NVI)
Cuando no llevamos toda la carga sobre los hombros, no dejaremos de ser buenos siervos. Lo que sí ocurrirá es que liberaremos tiempo para nuestra familia.
7.- UNA META INELUDIBLE: FORMAR LÍDERES
No discutimos que usted sea un excelente pastor, obrero o líder. Sin embargo, pregúntese: ¿Qué ocurrirá cuando usted falte? ¿Se acabará el ministerio? Por cierto, que no, porque la iglesia es de Dios.
Aquí viene, entonces, una meta que debe fijarse en lo sucesivo: formar líderes. De esta manera, podemos asegurarle, podrán expandir el evangelio con mayor eficacia y usted tendrá disponibilidad de tiempo para su cónyuge e hijos. Recuerde lo que le recomendó Jetro a Moisés:
“A ellos los debes instruir en las leyes y en las enseñanzas de Dios, y darles a conocer la conducta que deben llevar y las obligaciones que deben cumplir. Elige tú mismo entre el pueblo hombres capaces y temerosos de Dios, que amen la verdad y aborrezcan las ganancias mal habidas, y nómbralos como oficiales sobre mil, cien, cincuenta y diez personas. Serán ellos los que sirvan como jueces de tiempo completo, atendiendo los casos sencillos, y los casos difíciles te los traerán a ti. Eso te aligerará la carga, porque te ayudarán a llevarla. Si pones esto en práctica y Dios así te lo ordena, podrás aguantar; el pueblo, por su parte, se irá a casa satisfecho.” (Éxodo 18; 20-23 | NVI)
Cuando nos enfocamos en la formación y afianzamiento del liderazgo, dejamos un legado de hombres y mujeres que proseguirán la misión.
8.- APRENDA A ESCUCHAR CONSEJOS
Un problema que tenemos quienes ejercemos algún grado de liderazgo, es creer que siempre tenemos la razón. ¡Tremendo equívoco! Quienes crecen en la vida ministerial son aquellos que aprenden a escuchar buenos consejos:
“Moisés atendió a la voz de su suegro y siguió sus sugerencias. Escogió entre todos los israelitas hombres capaces y los puso al frente de los israelitas como oficiales sobre mil, cien, cincuenta y diez personas. Estos oficiales servían como jueces de tiempo completo, atendiendo los casos sencillos, pero remitiendo a Moisés los casos difíciles.” (Éxodo 18: 24-26 | NVI)
Todos hemos cometido errores en el liderazgo. Unos más graves que otros. No obstante, cuando escuchamos consejos a tiempo, podemos evitar incurrir en situaciones de las que nos arrepentiremos después.
9.- DESARROLLE DEPENDENCIA DE DIOS
Como pastores, obreros y líderes no estamos construyendo nuestro propio reino. Por el contrario, proclamamos el Reino de Dios, a quien servimos. En esa dirección, dependa del Padre en todo momento. Someta el ministerio en Sus divinas manos.
En la Biblia leemos:
«Deléitate en el Señor y él te concederá los deseos de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino; confía en él y él actuará.» (Salmo 37: 4, 5 | NVI)
Si el Supremo Hacedor es el Señor del ministerio, sin duda será exitoso, es decir, cumplirá su propósito eterno. Y, de paso, usted podrá dedicarse a la familia, que es su responsabilidad delante de Él.
ES HORA DE HACER UN ALTO EN EL CAMINO
Si la Palabra ha hablado a su vida, si Dios ha utilizado el pasaje para llevarlo a evaluarse, haga un alto en el camino. ¿Cómo anda su vida familiar? ¿Dedica más tiempo al ministerio que a su cónyuge e hijos? Hoy es el día para emprender el proceso de cambio.
Usted no estará solo en el proceso. Dios le acompañará. Hoy es el día para emprender esa transformación hacia una vida familiar equilibrada sin que deje de lado el ministerio. ¡Dependa de Dios en todo momento! Él es el dueño de la obra.
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