Alrededor de la espiritualidad se ha escrito mucho. Unas enseñanzas son equívocas, distantes de la Biblia. La esencia de un crecimiento en la espiritualidad está asociado a desarrollar intimidad con Dios y reflejarlo en nuestra relación con el prójimo, comenzando con nuestra familia.
Por Fernando Alexis Jiménez | Editor de la Revista Vida Familiar
Lo primero que deberíamos definir es lo que significa la espiritualidad. Podríamos acudir a la teología, pero nos complicaríamos la vida. Sin duda, alrededor del tema deseamos saber de manera sencilla y práctica en qué consiste, cómo se aplica y, por supuesto, cómo se desarrolla.
Para explicarlo en términos muy sencillos, señalamos que la espiritualidad es una dimensión no material de la existencia de toda persona y conexión con Dios. De la mano con ese avance, se puede hallar el sentido de vivir. ¿Muy sencillo? Pues bien, así debe ser para que lo comprendamos.
Lo que no es la espiritualidad
Ahora, ¿qué no es espiritualidad? Todavía más sencillo: la espiritualidad no es caminar bajo la religiosidad basada en dogmas y creencias específicas.
La espiritualidad es un camino personal e individual que cada persona recorre a su manera. No existe una única forma de ser espiritual, y las prácticas y expresiones de la espiritualidad pueden ser muy diversas.
Es conocer más de Dios en las Escrituras, la oración, pero—también—al descubrir en todo cuanto nos rodea, que Él es real: la naturaleza, la cotidianidad e incluso, cosas en apariencia mínimas que nos evidencian que no somos un accidente del universo, sino la creación de un Padre amoroso, que desea ayudarnos en el paso a paso de la transformación y el crecimiento permanentes. No por nuestros esfuerzos, sino por Su gracia.
El crecimiento en la espiritualidad nos lleva a experimentar una conexión con nuestro mundo interior, auto descubrirnos—los errores y las fortalezas—y la capacidad que nos permite crecer diariamente.
Cuatro evidencias de la espiritualidad
¿Cómo se refleja nuestro crecimiento en la espiritualidad? Podemos resumirlo en cuatro grandes aspectos:
1.- Conexión con Dios.
2.- Sentido de paz y bienestar interior.
3.- Autoconciencia y crecimiento personal.
4.- Demostración de amor, comprensión, tolerancia y perdón en la relación con el prójimo.
Recuerde siempre que el fundamento estriba en nuestra relación con el Padre, quien, por Su divina gracia, nos ayuda en el proceso de crecimiento.
¿Cuáles son las razones para cultivar la espiritualidad?
Hay múltiples razones para avanzar y crecer en una espiritualidad afianzada en Dios. No obstante, compartimos solo algunas de ellas:
1.- Un camino a una relación íntima y permanente con Dios.
2.- Un camino para vivir la Palabra en nuestra personal y en la interacción con el prójimo.
3.- Un camino para comprender nuestro ser interior, con fortalezas y debilidades y permanecer firmes en el propósito de cambio y crecimiento.
4.- Un proceso permanente en el que dejamos de lado todo viso de religiosidad para experimentar un crecimiento espiritual permanente, tomados de la mano del Señor Jesús.
5.- Vivir con sentido y propósito en consonancia con la voluntad de Dios.
6.- Una herramienta práctica y eficaz para desarrollar nuestro proyecto de vida a nivel personal y familiar.
7.- Un camino de preparación, en el que sabemos que nuestro tránsito terrenal es efímero y nos espera la eternidad, por lo que no nos preocupamos por las adversidades, puesta la mirada en Cristo.
Observe que la espiritualidad no se circunscribe a una denominación en particular, es fruto de la intimidad con el Padre. Es lo que nos lleva a ese crecimiento continuo.
El teólogo y escritor colombiano Alberto José Linero Gómez, hace su observación sobre esta transformación, al señalar:
“El viaje de la espiritualidad permite un conocimiento real de lo que somos. Es asumir las limitaciones, las negaciones, los miedos, las carencias, pero también las posibilidades, las afirmaciones, las fortalezas, y lo que posemos, que Dios nos ha dado. Quien vive la espiritualidad lo hace en cada manifestación cotidiana y la intensifica de manera particular en momentos específicos de adversidad. Se trata de una vivencia continua, de una actitud ante la vida… El ser que vive lo espiritual lo refleja en su ser interior y en su relación con el prójimo.” (Libro “Espiritualidad para Humanos”)
Es esencial vivenciar antes que conocer. Es la esencia de una auténtica espiritualidad.
La espiritualidad es bíblica
No se trata de algo nuevo. Por el contrario, cultivar la espiritualidad es tan antigua como el tiempo. Se ha practicado en todas las culturas. Sin embargo, en la perspectiva cristiana asociada a nuestra relación con Dios y con el prójimo, como enseñó el Señor Jesús cuando alguien le abordó acerca de cuál era el más grande mandamiento:
“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mateo 22:36-40 | RV 60)
Cuando buscamos al Señor para cultivar la espiritualidad plena, Él nos responde:
«Ustedes me invocarán y vendrán a rogarme, y Yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón.» (Jeremías 29:12-13 | NBLA)
¿Tiene usted impedimentos? Por supuesto que no. Basta que se decida. La gracia del Padre está a disposición de todos nosotros, pero un corazón duro, permeado por la mundanalidad es lo que nos impide experimentar una transformación auténtica.
¿Cómo se evidencia un crecimiento en la espiritualidad?
La respuesta es sencilla: en la intimidad con Dios y las relaciones con el prójimo, comenzando por los miembros de nuestra familia.
Le animamos a considerar algunas de las características, con fundamento en lo que enseñan las Escrituras:
> Crecimiento en el amor a Dios y al prójimo – Mateo 22:37-39
> Evidenciar amor en nuestros pensamientos y acciones – 1 Juan 4:8
> Crecimiento en la vida de oración – Mateo 6:5-15, 1 Tesalonicenses 5:17.
> Creer en la fe – Hebreos 11:1; Marcos 9:23.
> Ser fieles a las enseñanzas de Jesús – Mateo 7:24; Juan 14:6.
> Hablar al prójimo con hechos, no meras palabras – Mateo 22:39; 1 Corintios 13:1-3.
Si desea vivir una espiritualidad dinámica y creciente, hoy es el día para comenzar. No es por nuestras obras, sino cuando permitimos que Dios obre en nosotros. En otras palabras, apropiarnos de Su gracia.
Su vida necesidad del Padre, de una relación permanente y diaria con Él, relación en la que irá creciendo paso a paso, tomados de Su mano.
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