7 principios para fortalecer la vida familiar

Es el primer cimiento para avanzar en la asimilación y afianzamiento en principios y valores, que parten de enseñar a con el ejemplo.

Es el primer cimiento para avanzar en la asimilación y afianzamiento en principios y valores, que parten de enseñar a con el ejemplo. Sólo de esa manera podemos desarrollar la intimidad espiritual, intelectual y aún financiera que requiere la familia.


Fernando Alexis Jiménez | Editor de Familias Sólidas


Infinidad de matrimonios atraviesan hoy por profundas crisis. Doloroso. La primera idea que le asalta a los cónyuges es el divorcio. Los más perjudicados, los hijos. Un fracturamiento del hogar siempre trae consecuencias desalentadoras y destructivas.

En medio de ese panorama contemporáneo, ¿hay esperanza? Por supuesto que sí. Un folleto que recibí, escrito por el especialista en temas familiares, William D. Oliver, anota lo siguiente:

“Tener una familia sólida es uno de los mayores retos que pueden afrontar los seres humanos. Aun cuando nos repongamos, de manera consciente y con la mejor intención, cultivar relaciones positivas en el seno de nuestros hogares, el empeño ni deja de ser desafiante, pues todos somos humanos y por tanto imperfectos. Nuestras limitaciones hacen que sea muy difícil mantener relaciones sanas. No obstante, hay esperanza para las familias hoy. Las cosas pueden mejorar. Podemos aprender a superar las actitudes negativas. A medida que asumimos los principios de Dios para establecer la institución familiar, es posible tener relaciones familiares más sólidas y saludables.”

Desconocemos cuál sea la situación al interior de su hogar, pero aun cuando haya problemas, podemos asegurarle que todos tienen solución. ¿De qué manera? Por la gracia de Dios. Su misericordia ilimitada nos ayuda a salir del laberinto, cuando le abrimos las puertas para que tome el primer lugar en casa.

PRINCIPIOS SÓLIDOS

Aunque amamos nuestra familia, es imposible lograr que todo vaya bien siempre. Es imposible proteger el amor de daños y heridas. La razón es sencilla: somos seres humanos imperfectos, en la mayoría de los casos, gravemente contaminados con el pecado.

Lo que cambia el panorama es la aplicación de los principios contenidos en la Biblia. Es el instrumento a través del cual Dios nos ofrece guía segura, como si se tratara de un GPS.

William D. Oliver lo explica así:

“Dios creó el matrimonio y a la familia para proporcionar a los seres humanos una relación con los lazos comunes necesarios para sentirse conectados. Aunque el proceso tiene momentos desafiantes, las recompensas son maravillosas. La Biblia está llena de buenos consejos para ayudarnos a gestionar nuestras relaciones familiares de manera que obtengamos gozo y gratificación.”

Sólo podemos salvar a la familia cuando damos el primer paso, volvemos la mirada a Dios, y pedimos su ayuda. De la mano con esto, trabajar de la mano con el cónyuge o los hijos. Al comienzo no será fácil, de ahí que el paso esencial sea comenzar, ayudados por el Señor.

El proceso comienza cuando nos disponemos a dar sin esperar nada a cambio. Nos referimos a amor, comprensión, tolerancia y perdón. Usted es el dinamizador de todo lo que sigue, prendido de la mano del Padre. Él le guiará en cada nuevo paso.

En esa dirección, le animamos a considerar unos principios esenciales que traen resultados alentadores:

1.- Deje que sea Dios quien ocupe el primer lugar en su familia.

2.- Deje de pensar que su crisis en la familia no tiene solución. Para Dios no hay nada imposible (Marcos 9: 23)

3.- Ore por su matrimonio y su familia. Dios puede hacer mucho más de lo que usted siquiera imagina (Efesios 3:20; 2 Crónicas 7:14)

4.- Desarrolle principios de comunicación eficaz. Es importante aplicar ajustes a nuestros patrones comunicacionales (Santiago 1: 19)

5.- Siga ocupándose especialmente de su cónyuge y, de sus hijos cuando nazcan. No los descuide (Mateo 7:12)

6.- Perdone los equívocos de su cónyuge y de los hijos. Dios nos perdona por gracia, sin que lo merezcamos. Nosotros también debemos perdonar (Romanos 5: 8)

7.- Jamás renuncie a la decisión de imprimirle alegría y gozo a sus relaciones (Proverbios 17:22)

A medida que la pareja está dispuesta a encontrar y rescatar lo bueno del matrimonio, los problemas se resuelven más fácilmente.

IDENTIFICAR ERRORES, APLICAR AJUSTES

Reviste singular importancia que, primero, reconozcamos que hemos fallado en la relación familiar. Bien sea como padres, cónyuges o, quizá, como hijos. Es fundamental. A continuación, dar importancia a uno de los factores dinamizadores en la edificación de una familia: desarrollar una buena comunicación.

En esa dirección, debemos:

  • Identificar errores comunes y recurrentes.
  • Pedir sabiduría a Dios para que nos ayude en este proceso.
  • Centrarnos no tanto en recibir, sino en dar.
  • Invertir en la familia: tiempo, amor, perdón y ayuda, entre otros.

Es el primer cimiento para avanzar en la asimilación y afianzamiento en principios y valores, que parten de enseñar a con el ejemplo. Sólo de esa manera podemos desarrollar la intimidad espiritual, intelectual y aún financiera que requiere la familia. Ahora, no es en nuestras fuerzas, sino por la infinita gracia de Dios.

Recuerde que fue el Señor quien concibió e instituyó la familia:

“Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo[a]: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.” (Génesis 1: 27, 28 | NBLA)

Él le concedió importancia a esa unidad básica de la sociedad. Por eso, desea ayudarnos a afianzar la vida familiar y, la matrimonial, porque la unión conyugal es para toda la vida.

La familia es, después de Dios quien debe ocupar el primer lugar en nuestras vidas, el espacio para sentirnos seguros y estables emocionalmente. Nos da identidad, nos permite lograr fuerza interior y nos impulsa para alcanzar metas y alimentar aspiraciones.

DIOS ES NUESTRO AYUDADOR

La familia sigue expuesta a múltiples ataques: la angustia, la desesperanza, la depresión, la tristeza, el sufrimiento, los enfrentamientos internos, las crisis económicas y tantas que se tornaría muy largo enumerarlas.

En medio de los problemas es necesario volver la mirada a Dios y afirmarnos en sus principios, como enseñan las Escrituras:

“Hijo mío, presta atención a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. Que no se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón. Porque son vida para los que las hallan, y salud para todo su cuerpo. Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida. Aparta de ti la boca perversa y aleja de ti los labios falsos. Miren tus ojos hacia adelante, y que tu mirada se fije en lo que está frente a ti. Fíjate en el sendero de tus pies, y todos tus caminos serán establecidos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal.” (Proverbios 4:20-27 | NBLA)

Tenga en cuenta que no hay familias perfectas porque usted y yo no somos perfectos. Lo que nos corresponde es aprender a gestionar nuestras emociones para cultivar relaciones sanas en el hogar.

APRÓPIESE DE LA GRACIA DE DIOS

No podríamos despedirnos sin antes invitarlo para que se apropie de la gracia de Dios. Es la manifestación del amor de Dios que perdona nuestro pecado en respuesta a un sincero arrepentimiento. Jesús el Señor ya pagó el precio en la cruz. Nos libró de la condenación eterna.

Puede que su historial personal y familiar haya sido muy negativo y hasta dañino. En Dios hay perdón. Aprópiese hoy de su gracia. Este es el día oportuno. Aprópiese de Su gracia.


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