Dios no quiere nuestra condenación eterna

La gracia de Dios que nos perdona y transforma, es su respuesta amorosa que impide que nos condenemos por la eternidad.

La gracia de Dios que nos perdona y transforma, es su respuesta amorosa que impide que nos condenemos por la eternidad.


Timothy Lyndsay Shaddock, un marinero australiano de 54 años, emprendió en mayo del 2023, la que consideraba, sería la mejor y mayor aventura de su vida. Lo que desconocía es que casi encuentra la muerte en su viaje.

Su embarcación naufragó. Para sobrevivir, pescó mucho y bebía agua de lluvia. Comía atún crudo, junto con su mascota, una perrita que, también, estuvo a punto de morir.

Timothy  estuvo a la deriva por espacio de tres meses. Lo rescataron desde un barco atunero, muy cerca de Manzanillo, México, el 18 de julio de 2023.

Al pisar tierra firme por primera vez en el puerto de la ciudad, Timothy Shaddock dijo sentirse “muy, muy bien y agradecido con Dios.” Reconoció que, a pesar de haber sobrevivido por semanas, no habría logrado salir con vida sin esa ayuda oportuna.

Tuvimos días muy duros y, otros, muy buenos. En esas circunstancias tienes que buscar energía; la fatiga es tu peor enemiga. Trataba de buscar la felicidad dentro de mí para no sucumbir a la desesperación y, sí, la encontré. Muchas veces pensé que no iba a ser rescatado”, confesó a los periodistas.

El momento de mayor gozo fue cuando pudo reunirse de nuevo con su familia. De hecho, suele repetir que volvió a vivir.

SALVADOS DE MORIR POR LA ETERNIDAD

La historia de este pescador australiano, Timothy, es una ilustración del amor de Dios por cada uno de nosotros, al perdonarnos por gracia y evitar que pasemos la eternidad en condenación.

El apóstol Pablo no podría haber encontrado mejor forma de explicarlo, que en su carta a los creyentes de Éfeso:

«Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.» (Efesios 2:8-10 | NBLA)

No es por nuestras obras o porque creamos que somos buenas personas. ¿La razón? Nuestros pecados, acumulados en el pasado y en el presente, nos hacen merecedores de condenación.

En el pasaje aprendemos tres elementos esenciales:

1.- La salvación no es por obras, sino por gracia.

2.- La salvación utiliza una vía fundamental: la fe.

3.- La salvación es un don de Dios.

No hay nada nuestro que pueda pagar la deuda por nuestra maldad. Ese precio lo pagó el Señor Jesús.

DIOS LOS ELIGIÓ PARA SER SALVOS

Desde la eternidad, sabiendo que, haciendo mal uso del libre albedrío, el género humano caería en pecado, Dios dispuso el plan para salvarnos. Nos escogió por su infinito amor, para evitar nuestra perdición por siempre.

El apóstol Pablo precisa lo siguiente:

«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. Porque Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme a la buena intención de Su voluntad, para alabanza de la gloria de Su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado.» (Efesios 1:3-6 | NBLA)

Mediante la salvación por gracia, merced a la sangre vertida por el Señor Jesús en la cruz, salió al paso para evitar que nuestro destino sea la condenación eterna.

  • Perdonarnos por su infinita gracia es un atributo de Dios.
  • Dios nos rescata de la esclavitud y nos da vida.
  • Dios nos escogió para ser salvos en Cristo.
  • El peso de todos nuestros pecados recayó en el Señor Jesús.
  • Dios ha provisto la salvación por gracia, para todo el género humano.

Merecíamos el castigo, sin embargo, el Padre por el amor que nos tiene, dispuso que fuéramos salvos.

El teólogo reformado, Robert D. Decker, explica:

“La salvación en el sentido Bíblico es un concepto muy rico. El término usado en nuestro texto literalmente significa: sanar, hacer bien. Está usado algunas veces en referencia a las sanidades que Jesús efectuó en varias personas. En el sentido espiritual, la idea es que estamos sanados de la mortal enfermedad del pecado y restaurados a una sanidad espiritual. También tiene el significado de: rescate del peligro o destrucción. Y en este sentido el énfasis está en el hecho de que Dios nos rescata de la destrucción del infierno, donde Su ira santa y feroz que arde eternamente. La salvación por lo tanto contiene dos elementos esenciales: 1) Es la liberación de la miseria más profunda y, 2) es una elevación a una gloria superior.”

La salvación que tenemos en Cristo nos llama a experimentar una vida renovada. No pecamos deliberadamente en respuesta al amor que Dios tiene por nosotros. Es cierto, resulta inevitable incurrir en nuevos equívocos, pero sabemos que por la gracia hay redención y que el Padre nos perdona en respuesta a un sincero arrepentimiento.

¿Por qué lo decimos? Porque si Dios solamente tuviera en cuenta nuestras buenas obras, definitivamente estaríamos por siempre, en el presente y, también, en la eternidad.

Recuerde lo que anota el apóstol Pablo:

«En Él (en Cristo) tenemos redención mediante Su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de Su gracia» (Efesios 1: 7 | NBLA)

Tenemos plena confianza en el perdón de Dios. Lo dice la Biblia. Lo confirma la revelación que él hace en nosotros acerca de Su gracia.

DISFRUTE DE UNA NUEVA VIDA

El perdón de nuestros pecados y tener la certeza de la salvación, nos permite emprender una nueva vida.

El teólogo reformado, Robert D. Decker, explica:

“Nosotros que por naturaleza estamos espiritualmente muertos, somos hechos vivos en Cristo; esta es la salvación. No solamente eso, pero somos elevados a una gloria superior al ser hechos vivos en Cristo, también somos elevados de nuestra muerte y podemos sentarnos juntos en lugares celestiales en Cristo Jesús… Esa es la salvación.”

Somos salvos. Eso es maravilloso. Es una puerta que se abre delante de usted. Dios la abre para que reciba salvación y no se pierda por la eternidad. No por nuestras obras, sino por gracia, como reafirma el apóstol Pablo:

«Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo.» (Gálatas 6: 14 | NBLA)

La salvación también es para usted. Está a su disposición. Es por gracia. Dios no lo obligará a aceptarla. Es un paso de fe que debe dar hoy, si quiere ser libre de condenación. Dios perdona sus pecados en respuesta a un sincero arrepentimiento. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo.

© Fernando Alexis Jiménez – Editor del portal Familias Sólidas

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