Puede que hayamos cometido muchos pecados. Es inevitable en una vida sin Dios. Sin embargo, nuestro Padre nos extiende Su gracia para que podamos emprender una vida renovada.
Fernando Alexis Jiménez | Misión Edificando Familias Sólidas
“Yo era peor que todos. Bebía, robaba, me drogaba y era violento. Pero no hay nadie, por más malo que sea, que no merezca ser perdonado. Si Dios nos perdona, por qué odiarlo nosotros. Toda persona tiene derecho a cambiar”. Con estas palabras Jesse González, quien reside en Montana, Estados Unidos, asegura que los peores criminales deben tener una oportunidad.
Después de haber sido un pandillero violento y pasar mucho tiempo en la cárcel, ahora dedica su vida a predicar a los adictos y a ayudarles en el proceso de reinserción social.
Su hermano Higinio es uno de los condenados a los que, en repetidas ocasiones, le han negado la solicitud de libertad condicional. Su desgracia se produjo cuando era un joven de 17 años, contaba con el aprecio de la familia y de los vecinos y, además, excelente estudiante. Por eso quienes lo conocían no comprendían que estuviera en un estrado, acusado de dar muerte a un empleado de un pequeño mercado.
“Le pedí el dinero de la caja registradora. Temblando me dijo que no tenía la llave. Solamente 80 dólares que arrebaté. Blandía una pistola que, tenía la certeza, estaba descargada. Para intimidarlo, hice como que estaba dispuesto a disparar. Accioné el percutor una vez y, en la segundo, salió un proyectil. Dio en el pectoral de Erick. Murió en ese mismo instante”, relata Higinio.
Aseguro que no pretendía hacerle daño. Le ha pedido perdón a Dios y espera, con resignación, que le permitan reinsertarse en la sociedad.
Reconoce su tremendo error y, a través de diversos medios, les ha pedido perdón a los familiares de la víctima.
EL VALOR DEL ARREPENTIMIENTO
Cuando nos arrepentimos y volvemos la mirada a Dios, Él perdona nuestros pecados. Es por su infinita gracia que nos ofrece una nueva oportunidad.
El apóstol Juan escribió:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1: 9 | RVC)
Cuando nos acogemos a la gracia divina, Dios no solamente perdona nuestra maldad, sino que—además—olvida para siempre nuestros grandes equívocos:
«¿Qué otro Dios hay como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su pueblo? Tú no guardas el enojo todo el tiempo, porque te deleitas en la misericordia. Tú volverás a tener misericordia de nosotros, sepultarás nuestras iniquidades, y arrojarás al mar profundo todos nuestros pecados.» (Miqueas 7: 18, 19 | RVC)
Esa oportunidad se extiende para todo aquél que ha pecado. Dios no hace distinción. Por su infinito amor, no quiere que nadie se pierda (2 Pedro 3:9)
No obstante, hay quienes, aun habiendo acumulado muchos errores en su vida, no solo se niegan a aceptarlos, sino que los justifican.
Su temprana adolescencia vivía en los suburbios de Chicago. Tenía ira contra todo y contra todos. Posteriormente, su madre los llevó a vivir a Missoula, Montana, Estados Unidos. Nos referimos a Michael Highley.
Desde muy joven estuvo en prisión por varios delitos. En 1999 salió bajo libertad condicional y volvió a las drogas y el alcohol. No tardó mucho en enfrascarse en una bronca, en un billar. Allí tuvo un altercado con Paúl Harris, el administrador del negocio.
Lo que comenzó como una discusión, derivó en una pelea. Le habían escondido su bicicleta y, preso de la ira, apuñaló a Paúl. Su muerte fue inmediata. Dejó dos hijos huérfanos.
En una entrevista que le hicieron, aludió a todas las razones para cometer el crimen, pero como le cuestionaron los familiares de Paúl Harris, se centra en sí mismo y no en pedir perdón por lo que hizo.
De hecho, su mayor anhelo es quedar libre para avanzar en su intervención quirúrgica como transgénero. Asegura que es una mujer encerrada en el cuerpo de un hombre que fue violento. En el 2000 fue condenado a 60 años de prisión.
Dios no nos obliga a reconocer nuestro pecado. En su infinita sabiduría, respeta nuestras decisiones, así sean equivocadas (Lucas 16: 15)
EL PERDÓN ESTÁ A NUESTRA DISPOSICIÓN
Desconocemos cuál ha sido su vida. La trayectoria que le ha traído hasta aquí. Lo que debe tener claro es que hay perdón y está disponible para usted por gracia, en consonancia con lo que explica el apóstol Pablo:
«La justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, es para todos los que creen en él. Pues no hay diferencia alguna, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios; pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que proveyó Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como sacrificio de expiación por medio de la fe en su sangre. Esto lo hizo Dios para manifestar su justicia, pues en su paciencia ha pasado por alto los pecados pasados…» (Romanos 3:22-25 | RVC)
¿Por qué somos perdonados? Por la obra de redención de Jesús en la cruz. Él cargó con toda nuestra pecaminosidad para presentarnos justos y santos delante del Padre y asegurarnos la vida eterna.
El evangelista, Billy Graham, lo explica en las siguientes palabras:
“Se ha dicho que había una cruz en el corazón de Dios mucho antes de que se erigiera la cruz en el Calvario. Es tal la profundidad del amor de Dios al enviar a Su Hijo a pagar un precio tan terrible que nuestra mente humana no alcanza a comprenderla. No obstante, debemos aceptarla por la fe o continuaremos llevando la carga de la culpa. Debemos aceptar la expiación de Cristo y no intentar expiarnos a nosotros mismos, pues nunca podremos hacerlo. La salvación es solo por Cristo, solo mediante y la fe y solo para la gloria de Dios.” (Citado en el libro: “¿Qué sucedió en la cruz?”)
La obra de Jesús en el Calvario, fue perfecta. No se necesita más.
«Pero al Señor le pareció bien quebrantarlo y hacerlo padecer. Cuando se haya presentado a sí mismo como ofrenda para la expiación de pecado, verá a su descendencia, tendrá una larga vida, y por medio de él se verá prosperada la voluntad del Señor. Verá el fruto de su propia aflicción, y se dará por satisfecho. Mi siervo justo justificará a muchos por medio de su conocimiento, y él mismo llevará las iniquidades de ellos. Por eso yo le daré parte con los grandes, y él repartirá despojos con los fuertes. Porque él derramará su vida hasta la muerte y será contado entre los pecadores; llevará sobre sí mismo el pecado de muchos, y orará en favor de los pecadores.» (Isaías 53:10-12 | RVC)
No somos salvos por las buenas obras que hagamos, sino por la gracia de Dios. En la cruz fue pagada la deuda y nos corresponde acogernos a la gracia divina.
NO PODEMOS SEGUIR SUJETOS A LA MUERTE ESPIRITUAL
En abril del 2024 la Policía Civil de Río de Janeiro, Brasil, detuvo a una mujer después de que llevara en silla de ruedas a su tío muerto a un banco para retirar un préstamo de US$ 3.000.
El incidente ocupó las primeras planas de los diarios y los titulares de los noticiarios. Erika de Souza Vieira Nunes, cuyo insólito intento de fraude quedó grabado en video por un empleado del banco. Se hizo viral en las redes sociales. La mujer de 42 años, fue detenida in fraganti y acusada formalmente de los dos cargos, de acuerdo con el informe de la Policía Civil de la ciudad brasileña.
El hombre de 68 años, fallecido horas antes, fue identificado como Paulo Roberto Braga.
Vieira Nunes, que durante todo el tiempo tuvo que sostener erguida la cabeza del cadáver para que no se desplomara, intentó concluir los trámites para un préstamo de 17.000 reales (unos 3,200 dólares) que el hombre había solicitado virtualmente. Pretendía retirar el dinero.
Tras su detención, la mujer siguió insistiendo que, al ingresar a su tío a la entidad bancaria, su familiar estaba vivo.
¿Extraño? Por cierto, que sí. Sin embargo, es muy previsible en una sociedad sin principios ni valores como la nuestra. Una sociedad en la que doctrinas de la nueva era—con orígenes en el Oriente—ha tomado fuerza y en donde abundan libros, cursos y toda suerte de instrucciones de auto superación.
Por ninguna parte se le abre espacio a Dios. Es más, los proclamadores de estas enseñanzas, no conciben al Creador como el solucionador de sus problemas.
Solamente en nuestro amado Padre hay salvación y vida eterna. Para cumplir ese propósito eterno, envió a Su Hijo Jesús:
“Pongan sus ojos en mí todos los términos de la tierra, y reciban salvación, porque yo soy Dios, y no hay más.” (Isaías 45: 22 | RVC)
Jesús nuestro Salvador fue específico al decir:
«Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?» Le dijo: «Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.»» (Juan 11:25-27 | RVC)
La decisión de acogerse al perdón divino está en sus manos (Isaías 55:6). Dios no nos obliga. Cada quien se acoge a esa gracia maravillosa, que se materializó en la cruz (1 Corintios 1: 18)
Permítanos citar nuevamente al evangelista, Billy Graham:
“Sin la gracia y la misericordia de Dios estás condenado al infierno. Jesús vive y reina como el único Salvador del mundo. Su sepulcro está vacío. Pídele a Dios que mire dentro de tu árido corazón y tu alma hambrienta y la llene de la fe que necesitas para creer que Él te cambiará.” (Citado en el libro: “¿Qué sucedió en la cruz?”)
Hoy es el día oportuno para dar ese salto de fe que marcará un antes y un después en su existencia. Acójase a la gracia de Dios. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo.
(C) Fernando Alexis Jiménez | @Conexión365