Los conflictos en la relación conyugal son inevitables. Sin embargo, con ayuda de Dios podemos superarlos eficazmente y sacar enseñanzas.
Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial
Los conflictos son inherentes al ser humano. Son situaciones que pueden llevar a la crisis. “Me desestabilizan”, dijo alguien a quien atendí des30pués de tener graves enfrentamientos con su cónyuge, los que a su vez terminaron afectando al resto de la familia.
Incurrir en diferencias de criterio con otras personas no es algo tan grave como para pensar que nos separa de Dios.
Lo esencial de manejar las crisis es no dejarnos arrastrar por la desesperación. Si bien es cierto negar el dolor que nos producen los tropiezos en las relaciones interpersonales, no es bueno, tampoco lo es la actitud eludir responsabilidades o pretender que nada ocurrió. Hay que aceptar cada situación. Ignorarla puede llevarnos a un dolor mayor.
Dos pilares para superar los conflictos
¿Podemos vencer esas situaciones adversas? Por supuesto que sí. Jamás olvide que dentro de nosotros operan dos elementos fundamentales: la fe, que nos concede fuerza interior de carácter sobrenatural, y la capacidad de perseverar.
Estos dos ingredientes son claves para quien desea sobreponerse a cualquier dificultad, sea que involucre a su pareja, algún miembro de la familia o a las personas con las que interactuamos de manera permanente.
Disponga su corazón
Un corazón sometido a Dios, generalmente está dispuesto a contribuir en la solución de los conflictos.
El apóstol Pablo escribió:
“Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos.»(Romanos 12:18. Versión Dios habla hoy)
Observe cuidadosamente. Hay situaciones conflictivas que podríamos resolver, si desistimos de una actitud orgullosa. Dios nos ha dado las capacidades necesarias para enfrentar exitosamente las crisis.
La autora, María Cecilia Betancur, quien ha estudiado el tema de la resolución de conflictos, enseña:
“Toda persona determina en qué convierte las crisis. Pueden convertirse en la ruina o, por el contrario, en una oportunidad. Todo depende de cada individuo y de la forma en la que quiere transformar las crisis. Recuerde que todo ser humano está preparado para sobreponerse a cualquier circunstancia, y de paso, a enfrentar los miedos que a veces le frenan.”(María Cecilia Betancur citada por el diario El País. Colombia. 06/21/16. Pg. D1)
En el manejo de los problemas no estamos solos. Podemos tener la certeza de que si pedimos su ayuda, el Señor nos ayudará poderosamente.
Lo ideal, guardar la paz
Muchos conflictos son el producto de nuestra falta de control. Desbordamos nuestra capacidad de manejo de las situaciones y nos dejamos gobernar por la ira.
Cuando sentimos que estamos a punto de rebasar los límites, recordemos la Escritura en donde leemos:
«Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. (Hebreos 12:14)
El apóstol Pablo aborda el asunto cuando anima a los creyentes de Corinto y a nosotros hoy:
“Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.”(2 Corintios 13:11)
Probablemente siente que no puede controlarse. Está bajo un gran equívoco. Si lo ha logrado es porque lucha en sus fuerzas, no en las de Dios. Él nos concede la capacidad para vencer (Cf. Filipenses 4:13)
Cinco consejos para sobreponerse a los conflictos
Cuando enfrentamos conflictos, deseamos saber cómo manejarlo. Lo fundamental es que busquemos a Dios en procura de orientación. Él sabe cómo ayudarnos.
En esa dirección compartimos con usted cinco consejos valiosos:
> Dimensione los conflictos en su justa proporción.
> No permita que la influencia de otras personas le haga ver gigantes donde sólo hay pequeñeces.
> Piense antes de actuar.
> Pida a Dios orientación sobre el camino a seguir.
> No espere cambios de la noche a la mañana. Dios le ayudará a resolver un problema a la vez.
Recuerde que en tanto vivamos sobre la tierra enfrentaremos problemas. El centro del asunto, la clave, radica en saber manejar los problemas. Dios nos ayuda. No podemos perder de vista esa realidad.
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