Controle sus pensamientos

Es fundamental que cuidemos los pensamientos que anidamos en la mente.

Tome control de su mente con ayuda de Dios. No permita que Satanás gobierne sus pensamientos y acciones. En la cruz el Señor Jesucristo ganó la victoria para nosotros.


Por Fernando Alexis Jiménez | Misión Edificando Familias Sólidas


Plainfield es un pueblo tranquilo del condado de Otsego, Nueva York. Tan tranquilo que el último homicidio que horrorizó a sus habitantes, había ocurrido en 1853.

Un siglo después, los poco más de setecientos moradores se asombraron con la serie de asesinatos que se atribuyeron a Edward Theodore Gein, asesino serial que inspiró varias novelas y películas.

En el juicio aseguró que Satanás dominaba su mente, lo obligaba a matar y a deformar los cuerpos en su vivienda, la que llegó a llamarse «La casa del horror».

El 6 de enero de 1958 se realizó una audiencia en la que los peritos informaron su diagnóstico: esquizofrénico, propenso a sufrir alucinaciones. El juez lo declaró incapaz y lo envió al hospital psiquiátrico estatal.

El criminal fabricaba siniestros objetos con fragmentos humanos, como un cinturón con pezones o sillas tapizadas con piel.

La policía de Wisconsin no podía creer los elementos que decoraban la caótica la escena: un cinturón hecho con pezones de mujeres, varias sillas y una lámpara tapizadas con piel humana, un corsé elaborado con un torso, narices, uñas, máscaras creadas con rostros, huesos, cráneos, y el cuerpo de su última víctima colgado de los pies, sin cabeza ni tripas.

El desorden de la planta baja contrastaba con la pulcritud de la parte superior de la vivienda, donde el asesino que marcó a fuego a la cultura pop había cuidado a su madre hasta su muerte.

Históricamente criminales han asegurado que sus mentes fueron invadidas por voces que los impulsaban a cometer el mal.

LA BATALLA EN NUESTRA MENTE

En nuestra mente se libra una intensa batalla. Es física y espiritual. Satanás no cesa de procurar tener el control demuestra alma a través de los pensamientos.

El apóstol Pablo lo advirtió siglos atrás:

“La batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes!” (Efesios 6:12 | RVC)

En la carta a los creyentes de Roma escribió:

“Así que, hermanos, yo les ruego, por las misericordias de Dios, que se presenten ustedes mismos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. ¡Así es como se debe adorar a Dios! Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto.” (Romanos 12: 1, 2 | RVC)

Y un tercer pasaje al que debemos remitirnos, se encuentra en la carta a los creyentes de Filipos:

“Por lo demás, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello.” (Filipenses 4: 8 | RVC)

Los pensamientos son la joya de la corona como queda claro en varios pasajes de la Escritura.

NO ESTAMOS LIBRES DE LOS ATAQUES

Como seguidores de Jesucristo, seguimos siendo blanco de los ataques del adversario espiritual. Es un hecho que no podemos desconocer.

La autora y conferencista, Kay Arthur, escribió:

El poder de Satanás sobre un alma está roto debido a que el pecado ha sido pagado por completo por la sangre de Jesucristo. Sin embargo, la salvación no pone términos a la batalla de una persona con las fuerzas del maligno. Satanás desea zarandearnos como a trigo, hacernos siervos débiles e inútiles en el Reino de Dios. Aunque Satanás nos perdió, sabe que le pertenecemos a Dios para siempre; sin embargo, la realidad de esa verdad no lo de4tiene de sus ataques contra nosotros.” (Citada en el libro “Señor, sana mis heridas”)

Como cristianos, no podemos ser poseídos por demonios, pero sí asediados. En ese orden de ideas, es esencial que dependamos de Dios en todo momento y filtremos los pensamientos que anidamos en la mente.

El rey Salomón escribió una tácita advertencia que no podemos desconocer:

“Cuida tu corazón más que otra cosa, porque él es la fuente de la vida.” (Proverbios 4: 23 | RVC)

Y, también, leemos:

«Aparta de tu boca las palabras perversas; aleja de tus labios las palabras inicuas. Dirige la mirada hacia adelante; fíjate en lo que tienes delante de tus ojos. Piensa qué camino vas a seguir, y plántate firme en todos tus caminos. Apártate del mal. No te desvíes ni a la derecha ni a la izquierda.» (Proverbios 4:24-27| RVC)

Sobre esa base, es necesario estar atentos frente a los pensamientos que nos asaltan con frecuencia.

En el proceso no estamos solos. Dios nos acompaña con Su Espíritu Santo, que mora en nosotros por la obra redentora de Jesús. Gracias a Su presencia en cada uno, podemos retomar el control de la mente.

Cristo ya ganó la victoria por nosotros. Es la gracia divina que nos lleva a experimentar una nueva vida. Sin embargo, debemos apropiarnos de esa victoria.

DIOS ES QUIEN DEBE GOBERNARNOS

Cuando caminamos en la gracia de Dios, sabiendo que por Su infinito amor perdona nuestros pecados y nos brinda siempre una nueva oportunidad, es esencial que le demos el primer lugar en nuestro ser.

El proverbista escribió:

«Abre tu corazón a la enseñanza, y tus oídos a las palabras del saber. Hijo mío, si en tu corazón eres sabio, eso alegrará también mi corazón. En mi interior sentiré gran alegría cuando con tus labios digas lo que es justo.» (Proverbios 23: 12, 15, 16 | RVC)

Jamás pierda de vista que el lugar donde mayores ataques recibirá del adversario espiritual, es en la mente. Usted está llamado a vencer, prendido de la mano del Señor Jesús.

SÓLO ES POR GRACIA

El perdón de nuestros pecados no es porque seamos buenos ni porque hagamos cosas meritorias, sino por gracia. Por mucho que nos esforcemos, en nuestra voluntad, no podemos ganar la salvación, Cristo Jesús, al morir en la cruz, fue quien nos aseguró que pudiéramos ser salvos:

«Será despreciado y desechado por la humanidad entera. Será el hombre más sufrido, el más experimentado en el sufrimiento. ¡Y nosotros no le daremos la cara! ¡Será menospreciado! ¡No lo apreciaremos! Con todo, él llevará sobre sí nuestros males, y sufrirá nuestros dolores, mientras nosotros creeremos que Dios lo ha azotado, lo ha herido y humillado. Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados.» (Isaías 53:3-5 | RVC)

En el madero, vertiendo su sangre preciosa y, siendo inocente, Jesús logró que fuéramos perdonados y hoy el Padre nos vea santos y justos. Eso algo maravilloso y sobrenatural que no es fácil comprender, pero es real.

Permítanos citar nuevamente al evangelista, Billy Graham:

“Los elegidos son aquellos que han recibido a Jesús como su Salvador personal. Cristo no vino a llamar a justos, sino a pecadores para que se arrepientan. La cruz es donde Jesucristo mismo cargó con los pecados del mundo. Dios es quien puede hacernos totalmente nuevos. Una nueva vida comienza en el momento en el que recibimos a Jesucristo y el Espíritu Santo viene a morar en nosotros.”

Cuando nos apropiamos de la gracia divina que perdona y transforma, que nos limpia y brinda una nueva oportunidad, llegamos a ser nuevas criaturas. Así nos ve Dios.

«De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo!» (2 Corintios 5: 17  | RVC)

Nuestro amado Salvador nos rescata de la esclavitud para que experimentemos esa nueva vida:

“… que también nos ha librado del poder de la oscuridad y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de los pecados.” (Colosenses 1:13, 14 | RVC)

Concluimos entonces en que sí hay perdón para nuestros pecados. Dios no solamente nos limpia de toda maldad, por la obra redentora de Jesucristo, sino que, además, borra todo nuestro pasado.

Ahora, Dios no nos obliga a aceptar Su gracia. Es un regalo y, como tal, debemos recibirlo por fe. Damos el paso, cuando reconocemos y aceptamos la redención en la cruz. Hoy es el día para que usted emprenda una nueva vida.


© Fernando Alexis Jiménez | @VidaNuevaCo

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