Lo que producen las guerras, es el rencor del género humano. También las ambiciones. En nuestra vida práctica, igual. Hoy es el día para ser libres. Debemos permitir que Dios nos de la fuerza para perdonar.
Fernando Alexis Jiménez | Misión Edificando Familias Sólidas
La descripción es contundente: “Día tras día, noche tras noche, semana tras semana, siguió la guerra. El parque infantil, otrora lleno de risas, se había convertido en un cráter de bomba y en un cementerio”
Así, la escritora australiana, Christobel Rosmery Mattingley, relata un pasaje de lo que fue la confrontación bélica en Bosnia y Herzegovina desde el 6 de abril de 1992 hasta el 14 de diciembre de 1995. La capital, Sarajevo, quedó destruida.
Se trata de un relato descarnado de la maldad que encierra el odio y la ambición de poder. Y, en particular, hay una frase que se repite una y otra vez: “La guerra nunca tiene sentido”.
Ahora, piénselo: son los odios los que nos enfrentan a los demás, que avivan las guerras y han provocado tanto dolor. Sólo en el Padre encontramos las fuerzas para avanzar hacia el perdón.
PERDONAR LE HIZO LIBRE
Jaime consideraba imposible perdonar a su padre. Argumentaba que le causó mucho daño en la niñez. ¡El problema es que su padre llevaba veinte años muerto! Por mucho tiempo arrastró el rencor.
Al término de una conferencia, comprendió que la gracia de Dios–nuestro Padre–nos perdona, sin importar los pecados que hayamos cometido. Lo hace por Jesús, el Señor, quien murió en la cruz.
Jaime entendió que el único camino para ser libre, era perdonar. Una decisión que marcó un antes y un después es su vida personal, espiritual y familiar.
EL PROCESO DE PERSONAR
Una atribulada mujer me escribió desde Guerrero, en México, para referirme el dolor que aún le causa la infidelidad de su esposo. ¡Él cometió adulterio con una vecina, hace catorce años! Le pidió perdón, decidió cambiar, en adelante fue un hombre de casa… Pero ella insistía en reprocharle su actitud en cada nueva discusión.
Por supuesto, esa actitud hacia su cónyuge se veía reflejada en su malestar permanente, el desánimo e incluso, en su vida espiritual.
Incluso le recordé un pasaje que tengo resaltado con color amarillo en mi vieja Biblia:
“Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.” (Marcos 11:25. Reina-Valera 1960).
¿Se ha preguntado qué significa perdonar? Le invito a considerar la raíz de este término. En el griego – perdonar— es afiemi y significa, entre otras cosas, dejar ir o abandonar. Esta es la misma palabra que se encuentra en Juan 4:28 y 1 Corintios 7:11.
Sobre esa base, perdonar es abandonar o dejar a un lado ese sentimiento destructivo; es lo que debemos hacer con cualquier sentimiento de rencor o venganza hacia quienes pecan contra nosotros, para que nuestros pecados sean perdonados después de la salvación inicial. En otras palabras, dejar que aquellas cosas se vayan. ¡No albergue amargura o un deseo de venganza contra aquellos que han pecado contra usted!
El afamado autor y conferencista, John Maxwell, escribe:
“La inclinación natural de muchas personas es contrarrestar el fuego con fuego, y el dolor con dolor. Sin embargo, desquitarse de una persona herida es como patear a un hombre caído. El estadista Sir Francis Bacon dijo: “Eso es cierto, que un hombre consumado por la venganza mantiene sus heridas frescas, las cuales de no ser así sanarían y a él le iría bien.” Si alguien estalla con rabia contra usted, lo mejor que puede hacer es perdonarle y seguir adelante.” (John Maxwell. “Cómo ganarse a la gente”. Grupo Nelson Editores. 2012. EE.UU. Pg. 36)
Estamos llamados a perdonar, pero si aquél a quien hemos ofendido no nos quiere perdonar y en reiteradas ocasiones hemos intentado llegar a un clima de entendimiento sin mayores resultados, es tiempo de volver la mirada a Dios y pedirle que sane el corazón herido de quien dañamos con nuestras palabras o acciones.
Le aseguro que el Dios de poder en el que hemos creído, no solo ayudará en el proceso sino que traerá en nuestro mundo interior. ¡Hoy es el día para perdonar con ayuda del Señor Jesús!
ES HORA DE PERDONAR
Hoy es el día para perdonar de corazón, con ayuda de Dios. La decisión está en sus manos. Sea libre — 1 Pedro 3:8.
Hoy es el día de tomar grandes decisiones. Una ellas, acogernos a la Gracia. La concibió el amor del Padre eterno para que usted y yo recibiéramos perdón de pecados. Jesús llevó toda la culpa en la cruz. Recíbalo en su corazón.
A propósito: ¿Ya recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador? Hoy es el día para que lo haga. Le aseguro que no se arrepentirá, y podrá emprender un nuevo camino de crecimiento personal y espiritual. ¡Tome la decisión hoy mismo!
© Fernando Alexis Jiménez | @VidaFamiliarCo
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