5 recomendaciones para superar los conflictos matrimoniales

Recuerde que, a la luz de la Biblia, el motor de los conflictos en la vida matrimonial, radica en el propio ser humano—hombres y mujeres--. Es tiempo de evaluarnos y corregir.

Recuerde que, a la luz de la Biblia, el motor de los conflictos en la vida matrimonial, radica en el propio ser humano—hombres y mujeres–. Es tiempo de evaluarnos y corregir.


Por Fernando Alexis Jiménez | Misión Edificando Familias Sólidas


Si algo no podemos ocultar en nuestro tiempo, es la multiplicación de los conflictos familiares. Se presentan en todos los ámbitos, incluso en familias de hombres y mujeres que profesan fe en Jesucristo y asisten a una iglesia local.

El asunto es preocupante porque, antes que resolverse, estas diferencias parecieran agigantarse.

El autor cristiano, Edgar Mamani, comenta:

“¿Por qué casi todos los matrimonios terminan experimentando el conflicto y el desacuerdo, si lo que más deseaban en su período de noviazgo fue vivir juntos en paz y armonía por el resto de sus vidas? ¿Qué ocurrió? Cuando Dios diseñó el matrimonio, lo hizo de tal manera que los componentes de la pareja fueran complementarios. La mujer se sometería a su esposo con confianza y el esposo la amaría, sostendría y la protegería. ¡Él la amaría y ella lo respetaría!” (Citado en el artículo “El gran conflicto”)

Lo que ocurre y, debemos admitirlo, es que los antivalores han cobrado fuerza en nuestro entorno e, incluso, en el hogar. Las consecuencias son devastadoras.

Hemos cambiado los roles y el liderazgo del marido lo ejerce la mujer y, en respuesta, el esposo asume una posición pasiva o trata de imponerse. Allí es cuando afloran las dificultades.

VOLVER LA MIRADA A DIOS

Cuando hay conflictos al interior de la vida conyugal, es necesario buscar soluciones. La salida al laberinto proviene de Dios. En ese contexto, leemos lo que dijo en el comienzo de la creación:

«Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán un solo ser.» (Génesis 2:25 | RVC)

Nuestro amado Padre es quien nos ayuda a resolver las crisis. Debemos darle el primer lugar en la vida familiar. Recordemos que, también, las parejas más unidas y espirituales enfrentan sus propias batallas.

RECOMENDACIONES PRÁCTICAS

Si partimos del presupuesto que Dios creó la familia y es quien nos puede ayudarnos, compartimos con usted las siguientes recomendaciones:

1.- Retome la valoración de su cónyuge, el amor y el respeto en la relación conyugal.

2.- Desarrolle confianza en su cónyuge. Renuncie a las suspicacias que rompen el diálogo y el entendimiento.

3.- Renuncie al orgullo que le impide perdonar.

4.- Pídale ayuda a Dios para perdonar las ofensas de su cónyuge y que sane sus heridas emocionales.

5.- Ore cada día por su cónyuge y sus hijos.

Recuerde que, a la luz de la Biblia, el motor de los conflictos en la vida matrimonial, radica en el propio ser humano—hombres y mujeres–. Hay un marcado prejuicio contra el liderazgo masculino y un desprecio por el respeto y sometimiento femenino.

Sin embargo, es el orden que encontramos en la Palabra y debemos retomarlo.

UNAS PAUTAS CLARAS EN LA BIBLIA

Vamos a las Escrituras. En particular, un pasaje del apóstol Pablo en su carta a los creyentes de Éfeso, resulta revelador:

«Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla. Él la purificó en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, santa e intachable, sin mancha ni arruga ni nada semejante. Así también los esposos deben amar a sus esposas como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa, se ama a sí mismo. Nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, como lo hace Cristo con la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán un solo ser. Grande es este misterio; pero yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo; y ustedes, las esposas, honren a sus esposos.» (Efesios 5:25-33 | RVC)

Haríamos bien en repasar estos versos varias veces durante la semana. No solo leerlos, sino interiorizarlos y ponerlos en práctica. Puedo asegurarle que imprimirían una nueva dinámica en su matrimonio.

Volvamos al patrón original, el que trazó Dios quien sabe qué nos conviene:

«Cultiven entre ustedes la mutua sumisión, en el temor de Dios. Ustedes, las casadas, honren a sus propios esposos, como honran al Señor; porque el esposo es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así como la iglesia honra a Cristo, así también las casadas deben honrar a sus esposos en todo.» (Efesios 5:21-24 | RVC)

Haga un alto en el camino. Pídale a Dios que le muestre en qué está fallando y qué aspectos debe corregir para darle una nueva orientación al matrimonio. Él le mostrará los pasos a seguir para sanar las heridas y que su vida conyugal se reavive. Él es el Dios de poder para el que nada es imposible.

¿CÓMO ESTÁ SU RELACIÓN CON DIOS?

El proceso de cambio en el matrimonio, comienza con usted y conmigo. Debemos disponer el corazón. Sin embargo, debemos admitir que el orgullo nos impide reconocer los equívocos. Es fruto del pecado que nos acompaña.

¿Es posible ser perdonados? Por supuesto que sí, por la gracia de Dios. No de otra manera se explica lo que leemos en el Evangelio de Juan:

«Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.» (Juan 3:17 | RVC)

Claro, el Padre conoce sus pecados, pero le extiende su perdón ilimitado. Le corresponde a usted creer en el perdón que obtuvo Jesús en la cruz, y acogerse a la gracia divina que le abre las puertas a una nueva oportunidad.

Nuestro amado redentor, Jesucristo, cargó con toda nuestra maldad para reconciliarnos con el Padre celestial.

El evangelista, Billy Graham, lo explica en los siguientes términos:

“El primer mensaje que Jesús predicó desde la cruz, fue el mensaje del perdón.  La sangre de Jesús condena, pero también limpia. La sangre de Jesús reprocha, pero también redime. La sangre de Jesús frustra el mal, pero también trae perdón para el pecador. La sangre de Jesús cancela el juicio de Dios para el corazón arrepentido. Creer nos permite acogernos a la salvación que hay en el Señor Jesús.” (Citado en el libro: “Lo que sucedió en la cruz”)

Acójase al perdón divino. Está a su disposición. Sin embargo, Dios no lo obliga. Es un paso que se da por fe. Es necesario no solo saberlo sino creerlo en nuestro corazón.

El apóstol Pablo lo explica así:

“Lo que dice es: «La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón.» Ésta es la palabra de fe que predicamos: «Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.» Porque con el corazón se cree para alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para alcanzar la salvación. Pues la Escritura dice: «Todo aquel que cree en él, no será defraudado.» Porque no hay diferencia entre el que es judío y el que no lo es, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que lo invocan, porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.” (Romanos 10:8-13 | RVC)

Usted está llamado a ser salvo, a dar el paso de fe para recibir el perdón de sus pecados y la vida eterna. Sobre el particular, nuevamente nos remitimos a la Palabra, en donde leemos:

“Y todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo, y entre ellos estará el remanente al cual el Señor ha llamado, porque en el monte de Sión y en Jerusalén habrá salvación, tal y como el Señor lo ha dicho.” (Joel 2. 32 | RVC)

Quizá se pregunte: ¿Quiénes son los elegidos? Aquellos que se acogen a la obra redentora de Jesús en el Calvario y creen en lo que Él hizo para limpiar todo su pecado con cada gota de sangre que vertió en la cruz.

Tome la decisión hoy. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo.

© Fernando Alexis Jiménez | @VidaNuevaCo

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