Usted y yo tenemos una enorme responsabilidad. Transmitir principios y valores, los que aprendemos en la Biblia, a las nuevas generaciones. Sólo así serán victoriosas.
Fernando Alexis Jiménez | Misión Edificando Familias Sólidas
Charles VandeMeer dedicó buena parte de su vida a compartir principios y valores. Lo hacía a través de un programa de radio en los Estados Unidos. Se hizo muy popular. Estaba enfocado en promover buenas prácticas de vida, principalmente, entre los niños.
Decenas de ellos son hoy padres y madres de familia. Se han dado a la tarea de replicar esas enseñanzas transformadoras entre las nuevas generaciones. Practican lo que aprendieron en los episodios radiales.
VandeMeer murió a los 84 años de edad, a comienzos del 2019. Jamás imaginó el alcance que tendría su labor. Sembró semillas que germinaron con el tiempo, en sinnúmero de familias. Dejan huellas imperecederas.
UN EJEMPLO QUE IMPACATA
Igual nosotros en casa. Es a partir del ejemplo que impartimos una enseñanza imperecedera. Los hijos, los sobrinos, los nietos y, en general, los pequeños lo ven y replicarán lo que aprendieron. Un principio transformador, a partir principios y valores—Proverbios 22:6.
«Enseña al niño a seguir fielmente su camino, y aunque llegue a anciano no se apartará de él.»
Usted y yo tenemos una enorme responsabilidad. Transmitir principios y valores, los que aprendemos en la Biblia, a las nuevas generaciones. Sólo así serán victoriosas, en medio de la sociedad plagada de antivalores en la que nos desenvolvemos.
No podríamos terminar sin antes invitarle para que considere, cuidadosamente, dónde pasará la eternidad. En Dios, puede ser en la eternidad, para lo cual debemos acogernos a Su Gracia, que trae perdón de pecados. Hoy es el día para tomar la decisión. Reciba a Jesucristo en su corazón como su Señor y Salvador.
EL DIOS PERDONADOR
El Señor sabe que fallamos, pero está presto a atender nuestro arrepentimiento y levantarnos con ternura, para que sigamos adelante:
«Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.» (1 Juan 1:8-10 | RVC)
Hay perdón para quien se arrepiente. Nuestras fallas, en las que sin duda incurrimos con frecuencia, no llevan a que Dios deje de amarnos.
Un comentario interesante del portal BibliaOn señala lo siguiente:
«Si somos sinceros, admitiremos que no merecíamos la gracia de Dios. Todos hemos pecado, todos nos hemos desviado una y otra vez de lo que era correcto, de lo que Dios esperaba de nosotros. Pero Dios no lo dejó así. Él proveyó la solución debido a su gran amor por la humanidad. Dios actuó. Él nos dio de forma gratuita aquello que no merecíamos: nuestra salvación y la oportunidad de pasar la eternidad con él. Ser salvos por gracia quiere decir que hemos sido liberados del poder del pecado y de la muerte gracias a la provisión de Dios. Fue Dios quien a través de Cristo nos dio acceso al perdón de nuestros pecados y a la vida eterna. Dios nos salvó de morir por la eternidad, lo hizo por su propia iniciativa y de forma gratuita.»
Probablemente usted incurrirá en nuevos equívocos. La clave estriba en que no se quede en esa situación y, tampoco, que le crea todas las mentiras al diablo que le acusará e, incluso, desalentará para que no siga adelante.
Recuerde que el amor del Padre celestial es infinito y que Él inspiró al escritor sagrado, el rey Salomón, para que dejara consignado en el libro de los Proverbios:
«Tú, malvado, no aceches la tienda del justo ni saquees el lugar donde habita, porque tal vez caiga el justo siete veces, pero otras tantas volverá a levantarse; en cambio, los impíos caerán en desgracia.» (Proverbios 24: 15, 16 | RVC)
Por supuesto, siempre encontraremos opositores y detractores, pero no deben desalentarnos. Nuestra mirada debe estar fija en Jesucristo, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12: 1, 2) Él nos fortalece para seguir adelante, siempre. Él murió en la cruz por nuestra maldad, nos trajo perdón y si caminamos prendidos de Su mano, no dejará que perdamos el camino.
La decisión de acogerse a la gracia perdonadora de Dios, está en sus manos. Recuerde: Él respeta su decisión, no lo obligará. Piense que hay una nueva vida junto al Padre y la eternidad a su lado. Hoy es el día para tomar la decisión que marcará un antes y un después en su existencia. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo.
© Fernando Alexis Jiménez | @VidaNuevaCo