El valor de la vida humana

La vida es muy valiosa. Una criatura tiene vida desde que se concibe, es decir, cuando el óvulo es fecundado por el espermatozoide. Allí hay vida.


Fernando Alexis Jiménez | Misión Edificando Familias Sólidas


Sorprenden, preocupan y entristecen las estadísticas sobre el aumento de los abortos en América. Antes que segar las vidas en gestación, debería contemplarse la posibilidad de darlos en adopción. Harían felices a las parejas que no pueden concebir.

Steve Jobs, el creador de Apple, fue un «hijo no deseado«. Su madre biológica quedó embarazada de un estudiante sirio, que no respondió. Finalmente lo dio en adopción.

A partir de ese bebe que no quería tener, se dieron grandes avances en el campo tecnológico. Abortarlo hubiese sido, además de lamentable, desastroso.

VALORAR LA VIDA

La vida es valiosa y se debe respetar. Cuando un niño o niña es adoptado, recibe los beneficios y oportunidades que se derivan de sus padres.

Puede ser muy útil para estrechar los lazos en un matrimonio. Valore el embarazo. Esa pequeña criatura es de Dios, le pertenece a Él. Los hijos no son una carga, sino una bendición –Salmo 127.

«Si el Señor no edifica la casa, de nada sirve que los edificadores se esfuercen. Si el Señor no protege la ciudad, de nada sirve que los guardias la vigilen. De nada sirve que ustedes madruguen, y que se acuesten muy tarde, si el pan que comen es pan de sufrimiento, y el Señor da el sueño a los que él ama. Los hijos son un regalo del Señor; los frutos del vientre son nuestra recompensa. Los hijos que nos nacen en nuestra juventud son como flechas en manos de un guerrero. ¡Dichoso aquél que llena su aljaba con muchas de estas flechas! No tendrá de qué avergonzarse cuando se defienda ante sus enemigos.»

Hoy es el día para evaluar su vida personal y familiar. Y también para aplicar ajustes, con ayuda de Dios.

Cuando sometemos nuestra vida en manos de Dios, Él nos transforma. Es algo maravilloso que podemos experimentar hoy y ahora mismo.

Acójase a la Gracia de Dios. Él perdona nuestros pecados y nos ofrece una nueva vida. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo.

EL DIOS PERDONADOR

El Señor sabe que fallamos, pero está presto a atender nuestro arrepentimiento y levantarnos con ternura, para que sigamos adelante:

«Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.» (1 Juan 1:8-10 | RVC)

Hay perdón para quien se arrepiente. Nuestras fallas, en las que sin duda incurrimos con frecuencia, no llevan a que Dios deje de amarnos.

Un comentario interesante del portal BibliaOn señala lo siguiente:

«Si somos sinceros, admitiremos que no merecíamos la gracia de Dios. Todos hemos pecado, todos nos hemos desviado una y otra vez de lo que era correcto, de lo que Dios esperaba de nosotros. Pero Dios no lo dejó así. Él proveyó la solución debido a su gran amor por la humanidad. Dios actuó. Él nos dio de forma gratuita aquello que no merecíamos: nuestra salvación y la oportunidad de pasar la eternidad con él. Ser salvos por gracia quiere decir que hemos sido liberados del poder del pecado y de la muerte gracias a la provisión de Dios. Fue Dios quien a través de Cristo nos dio acceso al perdón de nuestros pecados y a la vida eterna. Dios nos salvó de morir por la eternidad, lo hizo por su propia iniciativa y de forma gratuita.»

Probablemente usted incurrirá en nuevos equívocos. La clave estriba en que no se quede en esa situación y, tampoco, que le crea todas las mentiras al diablo que le acusará e, incluso, desalentará para que no siga adelante.

Recuerde que el amor del Padre celestial es infinito y que Él inspiró al escritor sagrado, el rey Salomón, para que dejara consignado en el libro de los Proverbios:

«Tú, malvado, no aceches la tienda del justo ni saquees el lugar donde habita, porque tal vez caiga el justo siete veces, pero otras tantas volverá a levantarse; en cambio, los impíos caerán en desgracia.» (Proverbios 24: 15, 16 | RVC)

Por supuesto, siempre encontraremos opositores y detractores, pero no deben desalentarnos. Nuestra mirada debe estar fija en Jesucristo, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12: 1, 2) Él nos fortalece para seguir adelante, siempre. Él murió en la cruz por nuestra maldad, nos trajo perdón y si caminamos prendidos de Su mano, no dejará que perdamos el camino.

La decisión de acogerse a la gracia perdonadora de Dios, está en sus manos. Recuerde: Él respeta su decisión, no lo obligará. Piense que hay una nueva vida junto al Padre y la eternidad a su lado. Hoy es el día para tomar la decisión que marcará un antes y un después en su existencia. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo.


© Fernando Alexis Jiménez | @VidaNuevaCo

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