Cambie sus pensamientos y viva diferente

Recuérdelo siempre: nuestros pensamientos afectan la forma como actuamos, es decir, una muy buena parte de nuestra existencia. En esa dirección, nosotros decidimos si permitimos que los pensamientos y circunstancias externas no afecten.

Recuérdelo siempre: nuestros pensamientos afectan la forma como actuamos, es decir, una muy buena parte de nuestra existencia. En esa dirección, nosotros decidimos si permitimos que los pensamientos y circunstancias externas no afecten.


Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial


Los médicos del hospital de Barnsley, en Gran Bretaña, se sorprendieron con el hallazgo en el estómago de Lee Gardner, quien acudió para ser atendido por urgencias ya que presentaba calambres abdominales y vomitaba sangre.

Tras exámenes, radiografías y una breve intervención quirúrgica, le extrajeron una cuchara plástica que tenía en su interior desde hacía diez años. «Cuando lo tragué, mis amigos me dijeron que lo iría expulsando poco a poco de manera natural, así que no me volví a preocupar por ello«, explicó.

Una pequeña señal de alarma se encendió cuando, al inclinarse para recoger un documento, sintió un dolor agudo en el estómago y, minutos después, una hemorragia.

Hanis Shiwani, el cirujano que extrajo la pieza del cuerpo, señala que «no sólo es raro porque es un tenedor, sino porque sólo tenemos constancia de muy pocos casos como éste, donde un objeto extraño ha estado dentro de una persona durante tanto tiempo sin ocasionar daños» concluyó.

A distancia de allí, el niño Isaak Lasson, de Salt Lake City, Estados Unidos, tenía problemas para respirar desde hace 3 años. Fue diagnosticado con sinusitis, pero su estado no mejoraba. Finalmente, descubrieron que tenía una pequeña pieza circular de un juguete de lego en uno de sus orificios nasales.

Isaak, de 6 años, dormía mal, su padre relata que siempre lo hacía con la boca abierta y que en la familia no entendían por qué los tratamientos médicos no funcionaban. Le recetaron antibióticos, pero en una de las visitas, un doctor decidió chequear la nariz del niño y detectó que tenía algo pegado en el orificio nasal.

CONVIVIENDO CON EL MAL

Se trata de dos casos sorprendentes. ¿Cómo fue posible que pudieran vivir con estos objetos extraños dentro de su cuerpo? Si se formula este interrogante, no es el primero. El mismo interrogante que rondó mi cabeza una y otra vez al mirar los apuntes en una librera antes de escribir este artículo.

Ahora, sorpréndase un poco más. Por años –y no sabemos cuántos–, usted ha convivido con pensamientos destructivos que desmoronan su autoestima, le llenan de temores y le impiden avanzar. Lo más probable es que permanezca atado al pasado, atormentado por aquello que ya no podrá cambiar y temeroso del mañana que no ha llegado. De hecho, no sabemos si ese mañana vendrá.

El teólogo y autor inglés, Charles Haddon Spurgeon (1834-1892), abordó el asunto del daño que producen los pensamientos de maldad en nuestra vida:

“Por tanto, no les resten importancia a los malos pensamientos. Si su conciencia estuviera despierta, verdaderamente despierta, nunca los tomarían a la ligera. Una conciencia cauterizada y acerada puede contemplarlos con indiferencia. Aquellos cuyos corazones no son rectos para con Dios, podrían burlarse de la idea de las malas consecuencias derivadas de lo que simplemente repasan en sus mentes; pero si tuvieran un tierno corazón, si Dios se hubiese agradado en quitar las callosidades y las duras membranas de su conciencia, y en hacerla sensitiva, dirían de inmediato: “¡Oh, salva a mi alma de pensamientos ruines y perversos!” Que los pensamientos son de suma importancia puede inferirse, de igual manera, del hecho de que Dios los hace aquí la base para castigar a Su pueblo. Él habla de “el fruto de sus pensamientos.” El pensamiento, en sí mismo, tal vez no sea algo muy grande, pero, ¿en qué parará ese pensamiento? Podría ser incluso algo muy pequeño, pero, ¿cuál será su fin? Los pensamientos del mal son, en sí mismos, malos pensamientos.”

La forma como pensamos anida en el cerebro y determina nuestras acciones.

El psiquiatra y escritor norteamericano, Daniel  G. Amen, anota lo siguiente:

Su cerebro tiene una participación activa en todo cuanto usted hace, incluyendo, por supuesto, lo que piensa, lo que hace y las relaciones interpersonales. Es el órgano de la personalidad, el carácter, la inteligencia y cada decisión que usted toma… Cuando el cerebro nos funciona bien, nosotros también funcionamos bien. Cuando el cerebro experimenta alteraciones, lo más probable es que experimentemos dificultades en nuestra vida.”

Si desea una vida saludable, debería prestar especial atención a la forma como piensa y, en caso de que descubra los errores en la forma como concibe el mundo a partir de esos pensamientos equivocados, comenzar a imprimir ajustes con ayuda de Dios.

UN ALTO EN EL CAMINO PARA EVALUAR EL ASUNTO

Partimos del presupuesto de que los pensamientos ejercen una poderosa influencia en todo cuanto percibimos, sentimos y hacemos. En esa dirección, si hay equilibro en la forma de pensar de una persona, será más proclive a ser sana, feliz y saludable.

Ahora, ¿de qué manera nos influyen? Al menos hay tres ingredientes a los que debemos prestar atención:

> Hechos traumáticos que nos acompañan desde hace muchos años.

> Alimentar nuestra mente con principios de error y antivalores.

> Alimentar pensamientos negativos en todo momento.

Si alguno de estos elementos son recurrentes en nosotros, es necesario reprogramar la forma como pensamos. ¿Le suena extraño? Pues no es algo ajeno a nuestra condición de cristianos.

El apóstol Pablo, escribiendo a los creyentes del primer siglo, les recomendó:

«Por lo demás, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello.» (Filipenses 4:8 | RVC)

Evaluarnos y reprogramar la forma como pensamos puede ser altamente saludable, física, emocional y espiritualmente. Tenga presente que los pensamientos repetitivos pueden ser sanadores o perjudiciales. De ahí que es importante hacer un alto en el camino y evaluarnos.

NO DEBEMOS DILATAR LA DECISIÓN

Dios nos acompaña en todo el proceso, pero quien toma la decisión de cambiar sus pensamientos de error, es usted. Es mediante una evaluación y decisión asumir nuevos principios y valores, que podrá corregir hábitos dañinos como el consumo de alcohol, del cigarrillo, la pornografía y otros componentes colaterales como alimentar el rencor, los miedos y la incertidumbre.

El psiquiatra y escritor norteamericano, Daniel  G. Amen, anota lo explica en los siguientes términos:

“Literalmente podemos cambiar nuestro cerebro. Por tanto, reorientar nuestra vida. ¿De qué manera? Al adquirir hábitos saludables como, por ejemplo, corregir nuestras creencias negativas y acudir a prácticas espirituales, como la oración.”

El teólogo inglés, Charles Haddom Spurgeon, advirtió:

“Tengan cuidado, entonces, de todos los pensamientos de pecado. Si muestran a un ladrón todas las cerraduras, y los pasadores, y las barras de su casa, y le dicen cómo se puede abrir la ventana de la bodega, o cómo se puede romper la cerradura de la puerta trasera, no se sorprendan si, una de estas noches, descubren que todos sus bienes han sido robados. Si quieren hacer esto, e introducen todas estas cosas malas en su habitación, no deberían sorprenderse de las consecuencias, sin importar cuán alarmados se queden sus amigos al detectarlo.”

Lo que aprendemos, experimentamos y asimilamos afecta positiva o negativamente la forma como pensamos. Analizar a fondo nuestros eventuales antivalores, principios equivocados y aún creencias de error, resulta muy significativo. No podemos dilatar esa decisión.

PENSAR DISTINTO CAMBIA NUESTRA REALIDAD

A través de la forma como pensamos, concebimos una realidad que puede ser equivocada.

Un ejemplo estriba en quien, bombardeado por anuncios sexualizados a través de los medios de comunicación, interpreta como único fin de una relación de noviazgo y aún conyugal, el satisfacer deseos de lujuria.

La realidad que construimos de manera particular, obedece a la sumatoria de ideas y creencias que hemos acumulado con el paso de los años.

Sobre esa base, podemos descubrir:

> Quiénes somos hoy.

> Qué hacemos con frecuencia.

> Cómo vivimos la cotidianidad.

> Qué sentimientos experimentamos.

> Qué es lo que creemos saber.

> Qué nos perjudica cada día.

> Qué deseamos cambiar.

Es evidente que, con ayuda de Dios, podemos salir de los pensamientos dañinos que nos someten a una vida de frustración en infelicidad.

Recordemos a nuestro amado Salvador y Maestro:

«Entonces Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: «Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. Así que, si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres.» (Juan 8: 31, 32 | RVC)

Cristo nos liberta, pero somos nosotros quienes decidimos el curso de nuestra historia: dolor y sufrimiento o, por el contrario, paz interior.

Recuérdelo siempre: nuestros pensamientos afectan la forma como actuamos, es decir, una muy buena parte de nuestra existencia. En esa dirección, nosotros decidimos si permitimos que los pensamientos y circunstancias externas no afecten.

Piense por un instante en el momento cuando Jacob entra en presencia de faraón, en Egipto, cuando José su hijo le mandó llamar:

«El faraón le preguntó a Jacob: «¿Cuántos años de vida tienes ya?» Y Jacob le respondió: «Tengo ya ciento treinta años de andar peregrinando. Pocos y malos han sido los años que he vivido, pero aún no han llegado a ser como los años de vida de mis padres, en los días de su peregrinaje.» (Génesis 47: 8, 9 | RVC)

Si usted analiza el registro bíblico de la vida de Jacob, descubrirá cómo principios equivocados y antivalores, anidaron en su mente y, por tanto, en sus actuaciones.

ASUMA UNA NUEVA FORMA DE PENSAR

Como cristianos, estamos llamados a asumir una nueva forma de pensar. Acogemos la recomendación de Pablo a los creyentes de Roma:

«Así que, hermanos, yo les ruego, por las misericordias de Dios, que se presenten ustedes mismos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. ¡Así es como se debe adorar a Dios! Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto.» (Romanos 12: 1, 2 | RVC)

Evalúese y si reconoce la necesidad de cambiar sus pensamientos, principios y valores, asumiendo las pautas que traza la Palabra de Dios, tome la decisión hoy. Nuestro Padre celestial le ayudará en el proceso, paso a paso, cada día.

Y hablando del Supremo hacedor, le animo a apropiarse de Su gracia divina; esa gracia que perdona nuestros pecados en respuesta a un sincero arrepentimiento y nos abre las puertas a una nueva vida. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo. Hoy es el día para tomar esa decisión.


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