Los celos asaltan la vida de infinidad de personas en el mundo entero. Es necesario reconocerlos y emprender el proceso de cambio, con ayuda de Dios.
Fernando Alexis Jiménez | @Conexión365
Los celos se han convertido en uno de los fenómenos crecientes en una sociedad en la que la infidelidad alcanza un nivel exponencial. Ser adúltero o desleal a una relación es común, más cuando se promueven en todos los medios, físicos y virtuales.
Experimentar este sentimiento está asociado a una baja autoestima, inseguridad, inmadurez en una relación o la expresión de ser posesivos o controladores en el interactuar con los seres que amamos. Puede agudizarse hasta convertirse en un trastorno de celopatía.
Por supuesto, las consecuencias no se dejan esperar. Los celos vienen de la mano con el sufrimiento propio o el hacer sufrir al cónyuge o pareja ya que, generalmente las reacciones van acompañadas de agresividad física o verbal.
En esencia, se convierte en un problema que resiente la relación y sienta las bases para una ruptura a corto o mediano plazo.
EVALUARNOS
Si enfrentamos situaciones derivadas de los celos, es importante hacer un alto en el camino y formularnos las siguientes preguntas:
- ¿Hay motivos para celar a la pareja?
- ¿Tengo evidencias o se trata de sospechas alimentadas en la imaginación?
- ¿Estoy repitiendo un patrón que vi en la niñez?
- ¿He dañado la relación con mi comportamiento?
- ¿Cuál es el estímulo disparador de los celos?
Ahora, en caso que sea algo imaginario, puede obedecer a una distorsión del sistema mental-emocional. Aunque no es real, sí se percibe así. Ese hecho lleva a actuar de manera reactiva.
Un primer paso para avanzar, es aceptar que se trata de una emoción negativa que es necesario controlar.
RECOMENDACIONES
Frente a los celos que nos asaltan, compartimos con usted algunas recomendaciones:
- Tomar tiempo—el que sea necesario—para auto evaluarnos.
- Contener el deseo de reaccionar o de agredir física o verbalmente a la pareja.
- No alimentar ni avivar las sospechas imaginarias.
- No atormentarse con pensamientos irreales.
- Hablar con su pareja sobre lo que le inquieta y escuchar sus razones.
Partimos de la base que quien se auto evalúa y, de ser oportuno, reconoce que tiene un problema, ya tiene buena parte de la batalla ganada.
Recuerde que muchas veces consideramos infidelidad el que nuestro compañero de viaje en la vida, asuma ciertos comportamientos autónomos. No concebimos que puedan tomar decisiones inconsultas. Es parte de convertirnos en adictos a las relaciones sentimentales, en este caso, con la persona que tenemos un noviazgo o con quien contrajimos matrimonio.
DEPENDENCIA
Un problema complicado es llegar al enamoramiento o fijación que lleva a renunciar a los sueños y aspiraciones propias, para vivir únicamente en función de la pareja.
El amor no es posesivo. No puede serlo. De ahí que no podemos sentir celos por el pasado de la otra persona.
Y, en segundo lugar, no podemos agotar nuestra vida vigilando a quien nos acompaña, para evitar la infidelidad.
Nuestra pareja no nos pertenece. No la podemos controlar ni modular su comportamiento.
TRATAR CON PERSONAS CELOSAS
Si es a usted a quien le corresponde tratar con una persona celosa, compartimos los siguientes consejos:
- Escuche a su pareja y trate de determinar de dónde provienen los celos.
- Exprésele amor y afecto.
- Sea detallista con frecuencia.
- Demuestre interés en la persona, que puede ser un enorme vacío el que experimenta.
- No le mienta a la otra persona.
- No alimente la desconfianza que siente por usted.
- Si ha sido víctima de los celos enfermizos de la pareja, perdónela, pero establezca límites.
Tenga presente que celar no es amar y, por el contrario, puede representar un problema en la relación. Es algo dañino.
¿Qué es lo que usted no debería hacer?
- Pedirle a su cónyuge o novio (a) que le reporte todo cuanto hace.
- Exigirle que rompa toda relación con las amistades.
- Pedirle que cambie su manera de vestir o que no se arregle.
- Molestarse porque saluda a alguien o le responde el teléfono.
- Reclamarle que le cuente hasta el más mínimo detalle de lo que habla con sus amistades.
- Pretender que la persona a quien usted dice amar, cambie su forma de ser.
- Llamar a su pareja para saber dónde está en todo momento y reaccionar con ira si no le contesta.
Es hora de evaluarnos, con ayuda de Dios. Por Su Espíritu Santo, Él nos muestra en qué aspectos estamos fallando y qué debemos corregir. Tenga presente que, en nuestras fuerzas, difícilmente cambiaremos una actitud celosa irracional. Es con el poder de Dios que podemos avanzar en ese proceso.
AMAR NO ES CELAR
El apóstol Pablo compartió con todos nosotros una maravillosa definición de lo que es el amor:
«El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás dejará de existir. En cambio, las profecías se acabarán, las lenguas dejarán de hablarse, y el conocimiento llegará a su fin.» (1 Corintios 13:4-8 | RVC)
En esa dirección, ser celoso no es una forma de demostrarle a su cónyuge o pareja que la ama. Por el contrario, puede causarle mucho dolor, sobre todo cuando esas suspicacias son algo imaginario, sin fundamento.
Aunque en un contexto más amplio, el apóstol Santiago abordó el asunto de los celos:
«Pero si ustedes abrigan en su corazón amargura, envidia y rivalidad, no tienen de qué presumir y están falseando la verdad. Esta clase de sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino que es terrenal, estrictamente humana, y diabólica. Pues donde hay envidias y rivalidades, allí hay confusión y toda clase de mal. Pero la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura, y además pacífica, amable, benigna, llena de compasión y de buenos frutos, ecuánime y genuina.» (Santiago 3:14-17 | RVC)
Quien nos ayuda a superar los celos, es Dios. Por su infinito poder es quien nos transforma. Si es usted quien tiene un comportamiento celoso, no puede proseguir dañando su vida y la de otra persona con ese comportamiento. Ríndase a Dios. Él le ayudará en los pasos a seguir. No en sus fuerzas, sino en el poder que proviene de Él.
ES HORA DE VOLVERNOS A DIOS
Hoy es el día para hacer un alto en el camino y evaluarnos, con al menos tres interrogantes que nos ayudarán a ajustar la brújula:
- ¿Qué lugar ocupa Dios en mi vida?
- ¿A quién acudo en medio de las crisis de la cotidianidad?
- ¿En dónde y en quién buscamos fortaleza para avanzar?
El camino al Padre es Jesús, nuestro amado Salvador:
“Acérquense a él, a la piedra viva que los hombres desecharon, pero que para Dios es una piedra escogida y preciosa.” (1 Pedro 2: 4 | RVC)
Jesucristo murió en la cruz para traernos salvación y vida eterna. Es fruto de la misericordia y la gracia infinita de Dios que dispuso la salida a la condenación eterna a la que usted y yo estábamos expuestos por nuestra maldad. Hoy es el día para apropiarnos de esa gracia perdonadora y, en adelante, emprender una nueva vida en la que consultemos a Dios en cada situación angustiosa que salga al paso. En Él tenemos asegurada la victoria.
© Fernando Alexis Jiménez | @Conexión365
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