En Dios hallamos sanidad interior

Para infinidad de personas, evocar la niñez o la adolescencia, puede resultar algo agradable o doloroso. Todo depende del tipo de experiencias que hayan vivenciado.

Para infinidad de personas, evocar la niñez o la adolescencia, puede resultar algo agradable o doloroso. Todo depende del tipo de experiencias que hayan vivenciado.


Fernando Alexis Jiménez |Editor de la Revista Vida Familiar | @VidaFamiliarCo


La noticia sorprendió a muchos. Había muerto Manuel Antonio Moreno, el colombiano que asumió la tarea de elaborar artesanalmente maletines de cuero para estudiantes de primaria con las letras A, B y C repujadas en la parte frontal y, en cuyo interior, se encontraban las imágenes del pato Donal, Bugs Bunny y Porky. Se hicieron muy populares desde hace más de 50 años.

¿Los recuerda? Si no pudo tener uno en sus manos, lo más probable es que los haya visto en fotografías.

Quienes leyeron la noticia, viajaron en el tiempo hasta esa época lejana cuando cursaron la enseñanza primaria.

¿QUÉ RECUERDOS TIENE?

Para infinidad de personas, evocar la niñez o la adolescencia, puede resultar algo agradable o doloroso. Todo depende del tipo de experiencias que hayan vivenciado.

Esos sentimientos han alimentado nuestro mundo interior por años. Traen paz o desasosiego a nuestro mundo interior. Esos recuerdos nos acompañan como una sombra gigantesca de la que no podemos escapar.

Permítame preguntarle: ¿Atesora heridas emocionales en su mundo interior? Le tengo una buena noticia: con ayuda de Dios podemos ser libres.

DIOS SE DUELE DE NUESTRO DOLOR

El evangelista Lucas relata una escena que resulta altamente reveladora respecto al propósito eterno de Dios para cada uno de nosotros.

Iban a enterrar el hijo de una mujer vida de Naín. Era su único hijo. Lo leemos en Lucas 7: 11-17.

Dice el texto:

«Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.  Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.» (Lucas 7: 13, 14 | RV 60)

¿Qué aprendemos de este emotivo momentoAlgo maravilloso acerca de nuestro amado Dios y Padre: Él no quiere que suframos. Desea nuestro bienestar físico y espiritual.

Si le abre las puertas de su corazón, Él traerá sanidad a su mundo interior. Lo librará de los dolorosos recuerdos que lo atormentan. Su vida puede experimentar una transformación definitiva.

Esa sanidad sobrenatural está a su alcance. ¿Cómo lograrla? Abriéndole las puertas de su corazón al Señor Jesús. Prendidos de Su mano poderosa, iniciamos el maravilloso viaje hacia el cambio y crecimiento personal, espiritual y familiar que no solo anhelamos, sino que, además, necesitamos.


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