El amor se cultiva cada día. Es un compromiso que debemos asumir para con nuestro cónyuge. No podemos pretender que él o ella nos hagan felices. Usted y yo debemos poner de nuestra parte, dar el primer paso.
Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial
Cuando Dios instruyó a la pareja origina, Adán y Eva, sobre la conformación de un hogar, jamás imaginaron todo lo que vendría con ese compromiso:
«Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser» (Génesis 2: 24)
No es fácil ser esposos. La vida conyugal trae consigo, muchos compromisos que, por supuesto, están equiparados con las satisfacciones. Dios todo lo hace perfecto, y la unión de hombre y mujer bajo el sagrado vínculo del matrimonio, es una de sus bendiciones.
No obstante, en el trasegar en el viaje como esposos, surgen escollos que es necesario identificar y corregir porque pueden llevar al resquebrajamiento de la relación y hasta el divorcio.
9 HÁBITOS DAÑINOS
Compartimos con usted nueve de los hábitos que resultan dañinos y que a la postre pueden llevar a la separación:
1.- Dejarnos arrastrar por las emociones. Hablar en voz alta, gritar y proferir improperios al cónyuge cuando nos dejamos arrastrar por la ira y, fruto de esa y otras emociones negativas, herir los sentimientos del ser que amamos, es muy dañino. Estamos obligados a revisar y modificar nuestras actitudes.
2.- Comparar al cónyuge. Siempre habrá personas con más o quizá menos virtudes que nosotros. Por esa razón criticar y comparar a nuestro cónyuge, resulta destructivo. No lo haga.
3.- Guardarnos lo que sentimos. Callar no siempre es un buen consejo. Puede avivar el resentimiento y desencadenar, en el futuro, en grandes problemas.
4.- Pretender que el cónyuge cambie. El único que cambia los corazones de las personas es Dios (Ezequiel 11:19). Esa es la razón que antes que cuestionar o procurar la transformación de nuestro cónyuge a la fuerza, debemos orar por él o ella. Sermonear al esposo o a la esposa, tampoco es aconsejable bajo ninguna circunstancia.
5.- Cuestionar la familia del cónyuge. Cuando los componentes de la pareja se conocen, a lo que menos le prestan atención es al origen familiar del otro. De ahí que resulte perjudicial criticar a la familia de su esposo o esposa. Al casarnos, asumimos también un pasado, así no lo compartamos.
6.- No cele a su cónyuge. Estar o no al lado del cónyuge, si es infiel, nada impedirá que lo sea. Ahora, el problema es que muchas veces los celos no tienen asidero. Sobre esa base, pídale a Dios que le cure esos celos. Los celos son inseguridad y uno de los factores más desencantadores en el vínculo, tanto para quien es víctima de celos como para la persona celosa.
7.- No respetar la privacidad del cónyuge. Nos referimos a hurgar en su celular, los correos electrónicos, los chats o el registro de las llamadas que hace o recibe. No resulta edificante en lo más mínimo, y por el contrario, conduce a grandes dificultades.
8.- No involucrar a su cónyuge en el maneo del dinero. Recuerde que al unirnos al cónyuge, somos una sola persona. De ahí que es importar consultar a nuestro esposo o esa la forma en que invertiremos cada centavo, a menos por supuesto, que la cuantía sea mínima.
9.- Reñir delante de terceros. Las diferencias conyugales deben resolverse en privado. Discutir en público produce agrietamientos en la relación conyugal.
EL AMOR NOS FORTALECE
El amor se cultiva cada día. Es un compromiso que debemos asumir para con nuestro cónyuge. No podemos pretender que él o ella nos hagan felices. Usted y yo debemos poner de nuestra parte, dar el primer paso.
En las Escrituras leemos un poderoso pasaje que debemos considerar siempre:
«Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante! Si dos se acuestan juntos, entrarán en calor; uno solo ¿cómo va a calentarse? Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!» (Cantar de los Cantares 4: 9-12)
Es cierto, hay momentos críticos, pero si hemos afianzado el amor conyugal, nada nos llevará a un punto de crisis.
El apóstol Pablo abordó el asunto cuando escribió a los creyentes de Corinto:
«El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue». (1 Corintios 13: 4-8)
Haga un listado de sus errores más comunes en la relación de pareja. Llévelos a la presencia de Dios en oración. Pídale que le permita corregirlos. Estamos seguros que, con su divina ayuda, podrá salir victorioso cualquiera sea la situación que enfrente.
Si aún no ha recibido a Jesucristo como Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Es el mejor paso que podemos dar en el proceso de afianzar la relación matrimonial, y crecer a nivel personal y espiritual. Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo.
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