La gracia de Dios que perdonó a un criminal

Piense por un minuto que su vida puede cambiar definitivamente. Es posible por la gracia de Dios. Aun cuando haya pecado mucho.

Por Fernando Alexis Jiménez | Misión Edificando Familias Sólidas

Un disparo de escopeta. Solo uno. Accidental. Aunque con tan mala fortuna que impactó el rostro de Danielle, con quien compartía la vida. Tenían una bebé: Cheyenne. Jamel Dontez Hatcher huyó del lugar. Dieciocho horas después lo capturaron. Fue condenado por homicidio involuntario a 20 años de cárcel.

Una historia impactante, por donde quiera que se le mire. Los hechos ocurrieron el 18 de mayo del 2005.

Jamel, quien se había criado en un suburbio de Cleveland, en Ohio. “Desde la infancia veía a los demás vender drogas, pelearse, emborracharse y consumir sustancias hasta quedar en el suelo, literalmente tirados en la calle”, relata.

De ese estado lo rescató Danielle Boone. Los dos tenían 18 años. Ella lo animó a estudiar, a trabajar, a escapar de la condición miserable en que se encontraba.

Los dos peleaban con frecuencia, como pareja. Él gritaba fuerte y alguna vez la agredió. Ya tenían a la bebé”, relata un vecino, Richard. Sin embargo, no cree que Jamel asesinara a su compañera deliberadamente.

Por problemas económicos regresé a mis andadas. Vendía drogas. Una noche invité a cinco amigos. Bebimos hasta medianoche. Cuando se fueron, una de mis armas no estaba en su lugar”. Jamel rememora el que sería el comienzo de su desgracia.

Estaba enloquecido. “Los invité a beber y me roban. Es inaudito”, repetía mientras buscaba aquí y allá el revólver. Finalmente decidió ir a buscarlos para vengarse.

Cogió una escopeta y la manipuló una o dos veces para mirar que funcionara. Fue en ese momento, cuando Danielle trataba de evitar que saliera a la calle, que disparó, accidentalmente.

Danielle Boone, la víctima del infausto accidente.

JAMEL SE ACOGE A LA REDENCIÓN DE CRISTO


El juicio fue traumático. Pocos creían en su inocencia, salvo algunos miembros del jurado y el propio juez. Finalmente lo declararon culpable de homicidio no premeditado.

Finalmente fue encarcelado en la Institución Correccional Richland en Mansfield, Ohio.

Los días se hacían interminables en la celda. Un día me prestaron una Biblia para leer. Fue el comienzo de una relación con Dios, que ha sido maravillosa. Comprendí que Jesús había muerto por mis pecados en la cruz. Lo hizo para traerme perdón.” Jamel no puede ocultar el gozo que le despierta conocer acerca de la redención de sus pecados, como consecuencia de la gracia de Dios.

Fue en prisión que concibió el Proyecto Danielle, a través del cual comparte principios para transformar una masculinidad tóxica.

Perdí a mi compañera de vida, quien iba a ser mi esposa, por accidente. Creo que no aproveché al máximo mi tiempo con ella”, se lamenta Jamel, quien considera que sí es posible la transformación del ser interno, por el poder de Dios.

En el 2001 contrajo matrimonio con Janae Bates. Pidió libertad anticipada, por buena conducta y, juntos como pareja, se ocupan de su hija Cheyenne.

Jamel Hatcher, convertido a Cristo.

COMENZAR DE NUEVO


Únicamente Ernest y Janet, los abuelos de Danielle, le extendieron su perdón. “Siempre oré por Jamel. Que Dios lo iluminara y le diera una salida a su situación”, explica Janet. Los demás conservaron el rencor por lo ocurrido.

Quien sí lo perdonó en respuesta a un sincero arrepentimiento por el pecado fue Dios. El Padre celestial le extendió Su gracia. Le dio una nueva oportunidad de vida,

Estoy agradecido con Dios por Su perdón. Él conoce mi corazón. Sabe cuál es ahora mi propósito de vida”, explica.

Emprender una nueva vida es posible cuando reconocemos nuestros equívocos, como hizo el hijo pródigo, la parábola que compartió el Señor Jesús:

“… voy a levantarme, e iré con mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y no soy digno ya de ser llamado tu hijo…” (Lucas 15: 18 | RVC)

Volverse a Dios es pedirle que nos transforme. Cederle el control absoluto de nuestro ser, porque solo Él puede llevarnos al proceso de cambio y crecimiento que necesitamos. Claro, la inclinación al pecado permanece, pero el Señor nos ayuda en el proceso.

En tanto permanezcamos en el pecado, deliberadamente, es imposible. El pecado nos esclaviza, enferma y nos esclaviza espiritualmente.

Jamel y su nueva esposa. Contrajo matrimonio en la cárcel.

EL PODER DE LA CONFESIÓN


Dios nos ofrece la oportunidad de ser libres del pecado que nos ata con poderosas cadenas. En tanto persistamos en la maldad, tendremos sobre los hombros una pesada carga, como lo describía el salmista:

“Mientras no te confesé mi pecado, las fuerzas se me fueron acabando de tanto llorar. Me castigabas día y noche, y fui perdiendo fuerzas, como una flor que se marchita bajo el calor del sol. Pero te confesé mi pecado, y no oculté mi maldad. Me decidí a reconocer que había sido rebelde contigo, y tú, mi Dios, me perdonaste.” (Salmo 32: 3-5 | Traducción en Lenguaje Actual)

Cuando hacemos un alto en el camino, reconocemos nuestro pecado y nos acogemos a la gracia divina, el curso de nuestra historia cambia definitivamente.

Tras haber caído en adulterio con Betsabé y enfrentar las consecuencias de su tremendo error, el rey David escribió:

«Dios mío, por tu gran misericordia, ¡ten piedad de mí!; por tu infinita bondad, ¡borra mis rebeliones! Lávame más y más de mi maldad; ¡límpiame de mi pecado! Reconozco que he sido rebelde; ¡mi pecado está siempre ante mis ojos! ¡Purifícame con hisopo, y estaré limpio! ¡Lávame, y estaré más blanco que la nieve! ¡Lléname de gozo y alegría, y revivirán estos huesos que has abatido! No te fijes ya en mis pecados; más bien, borra todas mis maldades.»(Salmo 51: 1-3, 7-9 | RVC)

El autor cristiano, W. Glyn Evans, escribió respecto a este tema de trascendencia para su espiritualidad:

“Al aceptarnos Dios por causa de Jesucristo, Él se compromete a obrar en nuestra vida. Eso significa que nos guía de acuerdo con Su voluntad a pesar de las dificultades, de la opresión, la oposición, del acoso satánico, de los temores, de las dudas o de lo que sea. Con Dios de nuestro lado tenemos el poder divino a favor. Siempre debemos recordar que el mal no es todopoderoso; Dios sí lo es.” (Citado en su libro “Mi angustia, mi paz”)

Piense por un minuto que su vida puede cambiar definitivamente. Es posible por la gracia de Dios. Aun cuando haya pecado mucho, Jesús nuestro salvador pagó en el Calvario por su maldad. En la Palabra leemos:

“El Señor dice: «Vengan ahora, y pongamos las cosas en claro. Si sus pecados son como la grana, se pondrán blancos como la nieve. Si son rojos como el carmesí, se pondrán blancos como la lana.>>” (Isaías 1: 18 | RVC)

En la cruz nuestro pecado fue perdonado. Usted puede ser declarado justo y santo delante del Padre, por la obra redentora de Jesús. Sin embargo, el Padre no lo obligará. Es una decisión que usted debe tomar. Acójase hoy a la salvación que el Señor le ofrece. Reciba hoy a Jesucristo en su corazón.

(C) Fernando Alexis Jiménez | @Conexión365

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