Por siglos, el ser humano ha deseado conocer a Dios. ¿Es posible? Por supuesto que sí, pero no por nuestros esfuerzos, sino porque Él se nos revela. Lo hace de muchas formas. A través de la naturaleza y el universo, en los detalles sorprendentes de la creación del género humano, a través de la oración y mediante el estudio de Su Palabra.
Fernando Alexis Jiménez | Director del Portal Familias Sólidas
A lo largo de la historia, muchas personas—unas relevantes y otras que pasaron desapercibidas—han invertido los mejores años de su vida en una búsqueda incesante de Dios. Sus esfuerzos se orientan en conocerlo y desarrollar intimidad con Él.
¿Recuerda al astrónomo, Galileo Galilei? Creía en Dios y protagonizó una búsqueda incansable del Creador. De hecho, decía que no debería haber contradicción entre la fe y la ciencia.
En 1614 fue acusado de herejía por apoyar la teoría de Copérnico de que el sol estaba en el centro del sistema solar. Esto fue revolucionario en un momento en que se creía que era la tierra era el centro del universo. Dos años después, en 1616 la Iglesia le prohibió enseñar o defender sus teorías.
Galileo fue quien dijo: «No me siento obligado a creer que el mismo Dios que nos ha dotado con el sentido, razón e intelecto, nos haya destinado a renunciar a su uso«. Él veía la revelación divina en la propia creación y en el universo.
DIOS SE NOS MUESTRA EN LA CREACIÓN
La inmensidad de la creación divina evidencia que nada existe por accidente. Obedece al plan maravilloso de un ser que ha tenido cuidado de los más mínimos detalles.
La primera astrónoma de Estados Unidos y la primera mujer elegida para la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias, en 1848, María Mitchell, tenía una profunda fe en Dios, creía en las enseñanzas de la Biblia y ponderaba lo mucho que aporta la ciencia a la humanidad.
«Las investigaciones científicas avanzan y revelarán nuevas formas en las que Dios trabaja y nos trae revelaciones más profundas de lo desconocido«, escribió.
Esa búsqueda incansable de conocer a Dios, asintió a Agustín de Hipona (354-430 d.C.) Fue filósofo y teólogo romano. Durante muchos años luchó con sus creencias religiosas.
Después de un período de profunda reflexión y oración, experimentó una conversión dramática al cristianismo. Sus escritos sobre su viaje espiritual han inspirado a personas de fe durante siglos.
UN DEBATE DE MUCHOS SIGLOS
El gran interrogante de si el hombre puede conocer a Dios, ha sido motivo de debate durante siglos por parte de filósofos y teólogos. No hay una respuesta única que satisfaga a todos, ya que depende de la definición cada quien tenga acerca de qué es conocer a Dios.
En primer lugar, consideremos a quienes se oponen a la posibilidad de conocer al Señor. Precisan que la existencia del mal en el mundo es incompatible con un Dios bueno, que todo lo puede.
Hay quienes se afianzan en el hecho del sinnúmero de personas que no creen en el Todopoderoso creador. Si tanto no creen, es porque no existe, señalan como argumento principal.
Un tercer grupo advierte que es tan complejo definir a Dios, que no podemos saber nada de Él y, por ende, no lo podemos conocer.
Es Dios quien se revela al género humano. Por tanto, el que alguien diga que acepta su existencia y que es fácil o difícil conocerlo, no reviste tanta importancia, como tener un encuentro personal con Él. Dejarnos encontrar por Él.
En última instancia, la cuestión de si el hombre puede conocer a Dios es una cuestión de fe. No hay pruebas científicas que demuestren o refuten la existencia de Dios, por lo que cada individuo debe decidir por sí mismo en qué cree.
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¿DE QUÉ MANERA SE NOS REVELA DIOS?
Hay muchas formas, podríamos decir que infinitas, sobre la forma como el Supremo Hacedor se revela al hombre. No hay una respuesta única que satisfaga a todos, ya que diferentes tradiciones religiosas y personas individuales tienen diferentes experiencias y comprensiones del Creador supremo.
No obstante, para que hagamos las cosas sencillas, podemos señalar que hay por lo menos cinco formas como Dios se manifiesta en Su grandeza a las personas:
- Dios se revela a través de la naturaleza: La belleza y el orden del mundo natural a menudo se ven como un reflejo de la gloria y la majestad de Dios. El Salmo 19:1 dice: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos».
- Dios se revela a través de la experiencia humana: Las alegrías, el amor, la compasión, la creatividad, el sentido de propósito, los dolores y los misterios de la vida también pueden ser vistos como oportunidades para encontrar a Dios. El abanico de experiencias del género humano es muy amplio.
- Dios se revela a través de las escrituras sagradas. La Biblia, el Corán, el Torá y el Bhagavad Gita son algunos ejemplos de escrituras sagradas que son veneradas por millones de personas en todo el mundo. Coinciden en la existencia de un Ser supremo, creador de todo, incluso de la vida humana.
- Dios se revela a través de la profecía y los milagros: Algunas tradiciones religiosas creen que Dios se ha revelado a través de profetas o mensajeros especiales, o a través de milagros y eventos sobrenaturales. Estos eventos pueden verse como signos del poder y el amor de Dios, y pueden ofrecer evidencia de la existencia de Dios para aquellos que la experimentan o creen en ellos.
- Dios se revela a través de la experiencia personal: En última instancia, la forma más profunda en que Dios se revela al hombre es a través de la experiencia personal. Esto puede tomar muchas formas diferentes, como la oración, la meditación en la Palabra, la adoración o simplemente pasar tiempo en la naturaleza.
Cuando abrimos nuestros corazones y mentes a Dios, podemos experimentar su presencia y amor en nuestras vidas de manera única y significativa.
Ahora, tengamos en cuenta que la experiencia de cada persona es única, aunque hay muchas otras formas en las que Dios se comunica con nosotros. Lo más importante es estar abierto a la posibilidad de una relación con el Padre eterno y buscarlo con un corazón sincero y una mente abierta.
SÍ ES POSIBLE CONOCER A DIOS
Ahora, ¿es posible conocer a Dios? Por supuesto que sí, en la medida en que Él se nos revela. La forma más sencilla, es teniendo un encuentro personal con Su Hijo Jesucristo:
«A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo único, que es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer… Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios. Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y contemplamos su gloria, la gloria que corresponde al Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.» (Juan 1: 18, 12-14 | NVI)
En Jesucristo tenemos una imagen del Padre. Y, también, en todo cuanto Él ha creado, como escribe el apóstol Pablo:
“Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa.” (Romanos 1: 20 | NVI)
El rey David, por su parte, escribió:
“Los cielos cuentan la gloria de Dios; la expansión proclama la obra de sus manos. Un día transmite el mensaje al otro día; una noche a la otra comparte sabiduría. Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, por toda la tierra resuena su eco; sus palabras llegan hasta los confines del mundo. Dios ha establecido en los cielos un hogar para el sol.” (Salmo 19: 1-4 | NVI)
Dios se revela así mismo en Su Palabra (2 Timote 3: 16, 17), en el ministerio terrenal del Señor Jesús (Hebreos 1: 1-3; Juan 1: 14), por el Espíritu Santo que vive en nuestro ser (Juan 16: 13) y, por supuesto, en el amor que nos profesa (1 Juan4: 7-9).
DIOS SE REVELA EN SU GRACIA
Y algo más: la Gracia. Es una manifestación de su amor sin límites. Fue por su infinita gracia que Jesús murió en la cruz para perdonar nuestros pecados y darnos vida eterna. No es por los esfuerzos propios, porque no nos asiste merecimiento alguno. Es el Padre quien nos abre las puertas para ser salvos.
El autor y teólogo dominicano, Miguel Núñez, escribe:
“… ninguna persona puede lograr su salvación pro sus propios esfuerzos, por aplicar mejoras en su vida ni por celebraciones religiosas. La salvación tiene lugar cuando Dios produce el nuevo nacimiento en el centro mismo de su ser. Debe suceder algo nuevo.”
Solamente por la gracia divina podemos nacer de nuevo.
APRÓPIESE DE LA GRACIA DE DIOS
El nuevo nacimiento según la Biblia es tan radical como pasar de muerte a vida (Efesios 2:1; Romanos 6:4). No hay punto intermedio o variedad de niveles cuando hablamos de la nueva vida en Cristo. Las Escrituras evidencian una transformación que se produce en nuestra existencia por la obra de Cristo, a nuestro favor y en nuestro lugar.
Es una transformación poderosa, que solamente puede obrar nuestro Supremo Hacedor. El reformador, Juan Calvino (1509-1562 d.C.), al comentar sobre el encuentro entre Jesús y Nicodemo, escribió:
“Por el término ‘nacer de nuevo’ Jesús no se refiere a la enmienda de una parte sino a la renovación de toda la naturaleza. De ahí se deduce que no hay nada en nosotros que no sea defectuoso”.
Fabio Rossi, escritor dominicano, lo explica en términos sencillos:
«Nuestro estado espiritual, como resultado de la Caída, tiene un impacto devastador sobre el mundo entero (Ro. 5:12). Por naturaleza somos hijos de ira y estamos apartados de la gloria de Dios (Efesios 2:3; Romanos 3:23). Este estado de separación no solo nos impide ver el reino de Dios, sino que pone en evidencia nuestra mayor necesidad. La necesidad del nuevo nacimiento surge de la incapacidad del ser humano, en su estado natural, para “ver” o “entrar en” el reino de Dios.”
Por muchos años Dios ha estado en su búsqueda. Su gracia, está disponible. La decisión de apropiarse de esa gracia maravillosa, está en Sus manos. Nadie podrá obligarlo, es su decisión. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo, como su único Señor y Salvador.
© Fernando Alexis Jiménez