Si asimilamos y compartimos con nuestra familia—previa vivencia de nuestra parte—los principios aprendidos en la Biblia, sin duda sembraremos poderosos cimientos en esposa e hijos, que no se destruirán fácilmente.
Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial
Si le pido que me diga qué estudios tiene, probablemente relacionará sus títulos académicos, la experiencia laboral que le asiste y hasta los cursos que ha tomado en la comunidad de creyentes a la que asiste cada semana.
Supongamos que, entrados en diálogo, le pregunto cuántos de esos conocimientos que ha recibido a lo largo de los años, están relacionados con pautas prácticas para edificar y corregir a sus hijos. Le aseguro que me responderá, que muy poco.
Aplicar disciplina y, en el caso que se requiera, castigo a los hijos, definitivamente no es fácil. Podemos caer en los extremos: sencillamente no lo hacemos, o quizá nos tornamos muy duros, inflexibles.
SERENIDAD Y MESURA AL DISCIPLINAR A LOS HIJOS
Si va a aplicar algún correctivo, no lo haga dominado por la ira que conduce a la irracionalidad.
Su castigo debe orientarse a un cambio de actitudes y comportamientos en sus chicos, no para herirlos en el corazón:
“Con misericordia y verdad se corrige el pecado, Y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal.”(Proverbios 16:6)
Conozco muchos padres que se retienen de corregir a sus hijos y con el paso del tiempo se arrepienten, pero también, a quienes se dejan arrastrar por las emociones encontradas, y les causan dolor—no tanto físico sino emocional, con huellas nefastas que se mantienen en el tiempo–.
Recuerdo siempre la historia de Mauricio, un joven quien estuvo tentado de caer en las drogas, presionado por sus amigos.
Era una constante en la universidad: “Te sentirás bien”, le repetían quienes lo invitaban a consumir alucinógenos. Por supuesto, no una sino varias veces se sintió tentado de ceder. Pero siempre recordaba las pautas recibidas de su madre, una cristiana comprometida.
EDUCAR Y CORREGIR A PARTIR DE PRINCIPIOS Y VALORES
Igual ocurre con nosotros hoy. Si asimilamos y compartimos con nuestra familia—previa vivencia de nuestra parte—los principios aprendidos en la Biblia, sin duda sembraremos poderosos cimientos en esposa e hijos, que no se destruirán fácilmente. Al respecto el rey Salomón escribió:
“Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino de vida las reprensiones que te instruyen…” (Proverbios 6:23)
Jamás es tarde para comenzar y desde hoy, al leer la Palabra, puede tomar nota de principios que aplicará en su hogar. ¡Los resultados le sorprenderán!
La mejor decisión que podemos tomar, en todas las circunstancias, es que Dios reine en nuestro hogar. Nos asegura una buena relación de pareja, y por supuesto, en la formación de los hijos. Y todo parte de una decisión: recibirle en nuestro corazón. Es sencillo. Hágalo ahora mismo, allí donde se encuentra.
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