Salvado de morir a última hora

El 30 de julio de 1997, Stuar Divers, su esposa Sally y una veintena más de personas quedaron atrapadas en dos edificios que se derrumbaron. Stuart fue el único sobreviviente. Fue rescatado a pocos minutos de morir. Una historia real con una poderosa enseñanza.

El 30 de julio de 1997, Stuar Divers, su esposa Sally y una veintena más de personas quedaron atrapadas en dos edificios que se derrumbaron. Stuart fue el único sobreviviente. Fue rescatado a pocos minutos de morir. Una historia real con una poderosa enseñanza.


Fernando Alexis Jiménez | Editor del blog SalvosporlaGracia.com


El crujido sordo y seco de la estructura de hormigón, fue tan rápido, que Stuart Diver, en ese momento de 27 años, no pudo intuir que se trataba de un deslizamiento de tierra. Tampoco tuvo tiempo para llamar a su esposa Sally, a quien amaba profundamente. Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos, cuestión de segundos.

El 30 de julio de 1997 un desplazamiento en la ladera, en Thredbo, Australia, destruyó dos edificios. Murieron 18 personas que vivían o se encontraban alojadas en las edificaciones.

Ese día, en particular, Stuart y Sally se acostaron muy cansados, deseando que no amaneciera tan pronto. Sin embargo, la tragedia se produjo cerca de la medianoche.

Thredbo  es un centro para esquiadores con millares de visitantes anualmente, aprovechando que la ciudad se encuentra junto a las montañas nevadas de Nueva Gales del Sur.

Stuart y su esposa, que murió, quedaron atrapados en una especie de bóveda que en dos ocasiones se llenó de agua y lodo, en el alojamiento de Bimbadeen. Pasaron 65 horas antes de que fuera rescatado, cuando él mismo reconoce, había perdido las esperanzas. Fue el único sobreviviente.

Las horas pasaban interminables. Oré a Dios. Pedí su ayuda. Y cuando estaba a punto de desfallecer, escuché la voz del rescatista Paul Featherstone preguntando, a gritos, si había alguien con vida. Con las pocas fuerzas que me quedaban, le dije: Aquí estoy”, relata Stuart.

Thredbo es una ciudad turística que anualmente atrae a millares de esquiadores.
Thredbo es una ciudad turística que anualmente atrae a millares de esquiadores.

SUBLIME GRACIA, EL CORO QUE RECUERDA

Paul Featherstone, un paramédico experimentado, jugó un papel protagónico en el rescate de las víctimas. Estaba acompañado por un centenar de voluntarios.

Enfrente del lugar del desastre había una pequeña capilla. Allí, durante varios días, se reunían creyentes a clamar a Dios. En particular recuerdo que entonaban el himno: Sublime gracia. Y una estrofa que jamás podré olvidar: Sublime gracia del Señor que un infeliz salvó… Su gracia me ensenó a no temer; mis dudas se ahuyentaron; ¡Oh cuán precioso fue a mi ser cuando Él me transformó! En los peligros o aflicción que yo he tenido aquí, Su gracia siempre me libró y me guiará feliz.”, anota este hombre, hoy jubilado, que rememora los hechos.

Paul dice que saber que había alguien con vida, los animó a todos. Hicieron todo el esfuerzo para remover pesados bloques de concreto, hasta que pudieron izarlo a una altura considerable, para ponerle a salvo.

Con muchos años vinculado en operaciones de rescate, admite que lo ocurrido con Stuart fue un milagro. “Se salvó en el último minuto. Si no lo hubiésemos hallado, quizá en cuestión de minutos habría muerto”, dijo a la prensa.

Paul Featherstone, un paramédico experimentado, jugó un papel protagónico en el rescate de las víctimas.
Paul Featherstone, un paramédico experimentado, jugó un papel protagónico en el rescate de las víctimas.

RESCATADO A ÚLTIMA HORA

La gracia de Dios es maravillosa. Nos rescata de la condena a muerte por nuestros pecados (Cf. Romanos 3: 23-26; Jueces 10: 10; 1 Samuel 12: 10; Salmo 106: 6)  

El evangelista Lucas relata que, junto al Señor Jesús, en la cruz, estaban sufriendo el mismo suplicio dos malhechores, condenados a morir por la justicia romana.

“También los soldados se burlaban de él; hasta se acercaron y le ofrecieron vinagre, mientras decían: «Si eres el Rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!» Había sobre él un epígrafe que en letras griegas, latinas y hebreas decía: «ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.» Uno de los malhechores que estaban allí colgados lo insultaba y le decía: «Si tú eres el Cristo, ¡sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros!» Pero el otro lo reprendió y le dijo: «¿Ni siquiera ahora, que sufres la misma condena, temes a Dios? Lo que nosotros ahora padecemos es justo, porque estamos recibiendo lo que merecían nuestros hechos, pero éste no cometió ningún crimen.» Y a Jesús le dijo: «Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.» Jesús le dijo: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.»” (Lucas 23:36-43 | RVC)

Este es un texto maravilloso que refleja la gracia de Dios con el pecador. Le animo para que lo lea de nuevo, muy despacio. ¿Quién fue salvado a última hora? Sí, el ladrón que se arrepintió. Sin que hubiese hecho mérito alguno, fue perdonado de su maldad y se le aseguró la estadía en el paraíso por la eternidad.

LOS 5 PASOS DEL LADRÓN RESCATADO

Al hacer una lectura cuidadosa del pasaje bíblico, descubrimos varios aspectos que cabe resaltar:

1.- No se dejó arrastrar como su otro compañero de infortunio, de una mentalidad negativa, sin fe.

2.- Reconoció que estaba recibiendo el castigo por su maldad.

3.- Se arrepintió delante del Señor Jesús.

4.- Reconoció el poder del Señor Jesús.

5.- Pidió la misericordia del Señor Jesús.

Cinco pasos sencillos, pero contundentes. No hay pecador que no pueda ser perdonado si se apropia de la gracia de Dios.

Recuerde al Señor Jesús cuando dijo:

“Los que están sanos no necesitan de un médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar al arrepentimiento a los justos, sino a los pecadores.” (Lucas 5: 31, 32 | RVC)

La salvación es para usted y para todos aquellos que se arrepienten de sus pecados y creen en la obra redentora del Señor Jesucristo en la cruz. Dios no nos obliga a dar ese paso de fe. Nos corresponde a usted y a mí, darlo. Avanzar.


Lea también:


SALVADOS DE LA CONDENACIÓN ETERNA

Todos pecamos. Es parte de la naturaleza caída que heredamos. Y sabiendo de nuestra proclividad a pecar, Dios dispuso reconciliarnos con Él. Un plan concebido desde la eternidad (1 Pedro 1: 18-20; Juan 6: 36-39)

Nuestro amado Salvador Jesucristo cargó con toda nuestra culpabilidad:

“Pero al Señor le pareció bien quebrantarlo y hacerlo padecer. Cuando se haya presentado a sí mismo como ofrenda para la expiación de pecado, verá a su descendencia, tendrá una larga vida, y por medio de él se verá prosperada la voluntad del Señor.” (Isaías 53: 10 | RVC)

Jesús se ofreció delante del Padre para llevar nuestros pecados y redimirnos (Hebreos 10:5-7; Salmo 40: 1-17; Isaías 52: 13-15)

Solamente la muerte de Jesús en el Calvario nos libró de la condenación eterna, como anota el apóstol Pablo:

«Así que, como por la transgresión de uno solo vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno solo vino la justificación de vida a todos los hombres. Porque, así como por la desobediencia de un solo hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos. La ley se introdujo para que abundara el pecado; pero cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que, así como el pecado reinó para traer muerte, también la gracia reine por la justicia para darnos vida eterna mediante Jesucristo, nuestro Señor.» (Romanos 5: 18-21; Romanos 6:8 | RVC)

En pocas palabras, estábamos muertos y, gracias a la muerte de Jesús en la cruz, ahora tenemos vida delante del Padre:

“Pero Dios, cuya misericordia es abundante, por el gran amor con que nos amó, nos dio vida junto con Cristo, aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados (la gracia de Dios los ha salvado), y también junto con él nos resucitó, y asimismo nos sentó al lado de Cristo Jesús en los lugares celestiales, para mostrar en los tiempos venideros las abundantes riquezas de su gracia y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.” (Efesios 2: 4-7 | RVC)

Desconozco en qué pecados incurrió en el pasado o en los que se mueve hoy. Lo que sí puedo asegurarle, es que Dios le extiende hoy su gracia inmerecida.  Trae perdón de sus pecados del ayer, del presente y del futuro, en respuesta a un sincero arrepentimiento.

Insistimos que, si podemos ser libres de nuestros pecados y emprender una nueva vida, no es por mérito alguno, sino por el amor infinito de Dios:

«Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo único al mundo para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.» (1 Juan 4: 9, 10 | NVI)

Es por gracia, una palabra pequeña pero maravillosa que marca un antes y un después en su existencia.  Usted puede emprender una vida nueva, en respuesta a su sincero arrepentimiento. Y, de paso, tener asegurada la vida eterna. Es un regalo de Dios.

Sin embargo, aunque la obra de perdón de los pecados ya la hizo Jesús en la cruz, es usted quien debe apropiarse de la gracia de Dios, de ese perdón ilimitado. Hágalo ahora. Reciba a Jesucristo en su vida.

©Fernando Alexis Jiménez | @SalvosporlaGracia