Los estudios continúan, así que nadie puede sentenciar que ya se tiene toda la información alrededor del trastorno afectivo bipolar. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que, a menos que se identifique a tiempo y se trate, los síntomas tienden a incrementarse.
Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial
¿Sabía usted que se estima, dos de cada diez personas enfrentan algún grado de Trastorno Afectivo Bipolar (TAB)? Antes se le conocía como depresión maníaca. Hoy los estudios son más amplios, como también las conclusiones médicas, psicológicas y psiquiátricas orientadas al tratamiento.
No obstante, un común denominador lo constituyen los cambios intempestivos y drásticos en el estado de ánimo de la persona.
¿Cómo podría explicarse el asunto? Se pasa de una fase de euforia a un estado de desánimo o, quizá, de tristeza, que no tienen explicación aparente.
Lo sorprendente del asunto es que los períodos de ocurrencia varían entre pacientes.
Probablemente un familiar o usted mismo están atravesando por una situación así. ¡Es hora de tomar cartas en el asunto!
UNA ENFERMEDAD QUE TOMA FUERZA
Muchas personas enfrentan el trastorno afectivo bipolar, y muchas no lo saben. ¿Debería un cristiano considerar el asunto? Por supuesto que sí. Nuestra fe no riñe con realidades que no son culpa de nadie y que, sin embargo, no nos aleja de la obra salvadora que Cristo ya hizo en la cruz por nosotros y que nos hace salvos.
Con todos los errores de una persona enferma mental, como reacciones airadas, agresivas o desalentadoras para quienes le rodean, ¿se salva? ¿Acaso Dios no es consciente de lo que está ocurriendo con estas personas? La respuesta categórica a estos dos interrogantes es un rotundo sí.
Se trata de una enfermedad, por lo cual las variaciones emocionales de quienes la padecen no afecta su salvación y, en segundo lugar, Dios sabe lo que ocurre y, precisamente porque lo sabe, perdona a quienes incurren en fallas. Recuerde que nuestra salvación es por gracia, no por obras.
De la mano con estas preguntas, una más: ¿la enfermedad tiene cura. Desde la perspectiva científica, no. Es progresiva y para toda la vida. Desde la perspectiva de fe, sí. Los milagros de Dios aún no terminan.
DETONANTES DEL TRANSTORNO
Los estudios continúan, así que nadie puede sentenciar que ya se tiene toda la información alrededor del trastorno afectivo bipolar.
Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que, a menos que se identifique a tiempo y se trate, los síntomas tienden a incrementarse e, incluso, una persona enferma puede llegar al extremo de desconectarse de la realidad.
Ahora, ¿cómo se origina? No hay una definición conclusiva al respecto. Quienes estudian el tema coinciden en asegurar que los posibles detonantes son los largos períodos de estrés, los duelos no resueltos, el abuso de sustancias psicoactivas y el alcohol, los hechos traumáticos y, aún, el componente hereditario.
LA ENFERMEDAD DESDE LA PERSPECTIVA CRISTIANA
Si reconocemos el trastorno afectivo bipolar como una enfermedad, con lo que no debemos identificarnos los cristianos es con la estigmatización y rechazo a quienes la padecen. Hacerlo, no evidencia el amor de Cristo que profesamos, mora en nuestras vidas.
De otro lado, si decimos es enfermedad, también debemos anotar que es susceptible de la sanidad cuando Dios obra.
Desde el enfoque de la fe entendemos que parte del tratamiento consiste en regular las emociones y, en segundo lugar, ser tolerantes y comprensivos con quienes enfrentan los altibajos emocionales.
Escuche Aquí las transmisiones diarias de Vida Familiar, con Fernando Alexis Jiménez.