Y Jones fue perdonado de la muerte…

Hoy es el día para aferrarse de la gracia perdonadora de Dios. No deje pasar este día. No permita que el sentimiento de culpa por un ayer de maldad, le impidan apropiarse de la gracia.

Hoy es el día para aferrarse de la gracia perdonadora de Dios. No deje pasar este día. No permita que el sentimiento de culpa por un ayer de maldad, le impidan apropiarse de la gracia.


Fernando Alexis Jiménez | Editor del Blog SalvosporlaGracia.com


Cuando el tribunal lo condenó a morir, Julius Jones, experimentó náuseas, mareo y la sensación de que el mundo se hundía bajo sus pies. El juez seguía hablando, pero él no escuchaba. Lo que golpeaba su mente era una sola palabra: “muerte”.

El reo debió pasar varios años en el corredor en el que varios esperan escuchar su nombre. Saben que es la última oportunidad. Le están notificando cuándo morirán. Esa ansiedad lo embargaba al despertar todos los días, en la cárcel de Oklahoma, Estados Unidos.

“Quizá será mi último día con vida”, solía repetir, al tiempo que evocaba el motivo de su condena: el asesinato a tiros del empresario, Paul Howell, ocurrido en Edmond, una población vecina a Oklahoma City. Los hechos ocurrieron en 1999.

Recordaría que en el proceso judicial no tuvo la adecuada defensa legal y las pruebas en su contra no eran contundentes. De hecho, muchos afirmaron que fue víctima de prejuicios raciales por parte del jurado.

No obstante, cuando creía todo perdido, el gobernador del estado, John Kevin Stitt, lo indultó. No moriría, aunque seguiría en prisión. Stitt subrayó que ha decidido conmutar la pena de muerte de Jones tras “una evaluación piadosa y revisar los materiales presentados por todas las partes en este caso”. La decisión que suspendió la muerte a Junes, se produjo el 1 de noviembre de 2021.

Una hermana de la víctima, Megan Tobey, afirmó ante la junta que conmutó la pena de muerte, que recordaba haber visto a Jones disparar contra Howell frente a sus dos hijas.

Jones lo asesinó hace 22 años”, repetía con rabia, al tiempo que un defensor de oficio le interrumpió: “No puedo controvertir lo que dice, pero él ya fue perdonado.”

La decisión de que no recibiera la inyección letal, se produjo horas antes de ejecutar la sentencia sobre el hombre de 41 años. Su muerte se produciría en la penitenciaría estatal de McAlester.

John Kevin Stitt, el gobernador que le perdonó.
John Kevin Stitt, el gobernador que le perdonó.

SALVADOS DE MORIR

De acuerdo con la Biblia, nuestros pecados ya nos tienen condenados a muerte. El rey David describe con palabras que brotaban de lo más profundo de su corazón, el dolor de pecar contra un Dios santo:

«Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a Tu misericordia; conforme a lo inmenso de Tu compasión, borra mis transgresiones. Lávame por completo de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis transgresiones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra Ti, contra Ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de Tus ojos, de manera que eres justo cuando hablas, y sin reproche cuando juzgas. Yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre. Tú deseas la verdad en lo más íntimo, y en lo secreto me harás conocer sabiduría.» (Salmo 51: 1-6; Cf. Romanos 3: 10-18 | NBLA)

El apóstol Pablo aborda el asunto en los siguientes términos:

«Esta justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo es para todos los que creen. Porque no hay distinción, por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios.» (Romanos 3: 22, 23; Cf. Romanos 4: 5 | NBLA)

El pecado, en el que incurrimos sin percatarnos o quizá deliberadamente, nos separa del Padre.

JESÚS PAGÓ POR NUESTROS PECADOS

Aunque merecemos la condenación eterna, Dios nos perdonó por gracia.

Charles H. Spurgeon (1834-1892), escribió alrededor de la salvación:

“Dios justifica a los injustos, perdona a los que merecen castigo y favorece a los que no merecen favor alguno. ¿No es cierto que has pensado siempre que la salvación era para los buenos, y que la gracia de Dios era para los justos y santos que están libres del pecado? Se te ha ocurrido, sin duda, que, si fueras bueno, Dios te recompensaría, y has pensado que, porque no eres digno, nunca podrás disfrutar de sus favores. Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores… la salvación de Dios es para los que no la merecen ni están preparados para recibirla.” (Citado en el libro “Totalmente por gracia”)

El Señor Jesús lo dijo claramente:

«No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento».» (Lucas 5: 32 | NBLA)

A su turno el apóstol Pablo escribió:

«Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero.» (1 Timoteo 1:15 | NBLA)

Usted y yo no hemos hecho lo más mínimo para ser librados de la condena a muerte que merecen nuestros pecados. Sin embargo, Jesús el Señor, cargó en la cruz con toda nuestra maldad:

«Fue despreciado y desechado de los hombres, Varón de dolores y experimentado en aflicción; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado, y no lo estimamos Ciertamente Él llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores. Con todo, nosotros lo tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido. Pero Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por Sus heridas hemos sido sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el Señor hizo que cayera sobre Él la iniquidad de todos nosotros.» (Isaías 53: 3-6 | NBLA)

Como consecuencia de la obra redentora, leemos, también:

“Vuélvanse a Mí y sean salvos, todos los términos de la tierra; porque Yo soy Dios, y no hay ningún otro. Por Mí mismo he jurado, ha salido de Mi boca en justicia. Una palabra que no será revocada: Que ante Mí se doblará toda rodilla, y toda lengua jurará lealtad. De Mí dirán: “Solo en el Señor hay justicia y fuerza”. A Él vendrán y serán avergonzados todos los que contra Él se enojaron.” (Isaías 45:22-24 | NBLA)

Por supuesto, nos resulta difícil de entender, pero aun cuando merecemos la condenación eterna, Dios en su infinita gracia nos concede el perdón de los pecados en respuesta a un sincero arrepentimiento.

El perdón es para aquellos que no merecen ninguna oportunidad, como anota Charles H. Spurgeon (1834-1892):

“Si te sientes completamente perdido a causa del pecado, eres justamente la persona para quien es el plan de salvación por gracia. Afirmo que el Señor de amor pensó en personas como tú al crear el sistema de la salvación por pura gracia. ¿Crees acaso que te condenarás por ser pecador? Ésta es la razón por la cual podrás ser salvo. Por la misma razón de que te reconoces pecador, deseo animarte a creer que la gracia está destinada a personas precisamente como tú. El pecador es la razón de la existencia del evangelio.”

Desconocemos cuál es el grado de su pecado o en qué equívocos ha incurrido. Nuestro asunto no es juzgarle, sino compartirle una buena noticia: Dios tiene perdón para usted. Jesús borró su pasado de maldad, al verter su sangre preciosa en la cruz.

APRÓPIESE DE LA GRACIA DIVINA

Usted es salvo no por lo buena persona o las cosas que haga. Es por la gracia de Dios, nada más. El Señor es quien, pese a nuestra maldad, nos perdona y nos ayuda en el proceso de transformación, ya que en nuestras propias fuerzas es imposible.

Dios nos escogió para ser salvados, como leemos en la carta del apóstol Pablo a los romanos:

«Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los que justificó, a esos también glorificó. Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no negó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?» (Romanos 8:28-32 | NBLA)

Delante del Padre celestial ahora somos santos y justos. Él lo hizo por amor y gracia, no por nuestros merecimientos (Cf. Romanos 8: 33)

El Señor por su soberana gracia, decidió perdonarnos:

“¿Qué Dios hay como Tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en Su ira para siempre, porque se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse de nosotros, eliminará nuestras iniquidades. Sí, arrojarás a las profundidades del mar todos nuestros pecados.” (Miqueas 7: 18, 19 | NBLA)

Si usted fuera al Despacho celestial, con temor, y le dijera al Supremo Hacedor que teme por su vida de pecaminosidad—de la que se arrepintió–, Él le dirá que en los archivos digitalizados no encuentra culpa alguna porque todo fue perdonado en el Calvario.

Permítame citar al teólogo norteamericano Charles Swindoll, cuando escribe:

“Usted no hace ni una sola contribución a su disposición ante Dios al hacer esto o aquello para que Él le perdone y acepte. La transacción del perdón se fundamenta en la gracia; la gracia sinigual de Dios, su favor inmerecido.” (Citado en el libro: “Más cerca de la llama”)

Hoy es el día para aferrarse de la gracia perdonadora de Dios. No deje pasar este día. No permita que el sentimiento de culpa por un ayer de maldad, le impidan apropiarse de la gracia. El Espíritu Santo le ayudará a tener revelación y comprensión de qué significa esa gracia inigualable.

Hoy es el día para tomar la decisión. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo.

@SalvosporlaGracia |  © Fernando Alexis Jiménez